lunes, 27 de agosto de 2012

La Vieja de Atrás

Cuando uno escucha las palabras “cine independiente”, rápidamente se le vienen a la cabeza varias imágenes que identifican al género y, claro está, estas no tienen nada que ver con la realización de una película sobre cierto equipo del Gran Buenos Aires, que usualmente viste de rojo y que, hoy por hoy, no le gana a nadie. No, cuando nos referimos al cine independiente, enseguida pensamos en un presupuesto casi inexistente, actores no muy conocidos y una historia de lo más profunda y/o comprometida con alguna realidad tercermundista. Nuestra propuesta de hoy, una película que recibió el sutil título de La Vieja de Atrás, es un claro ejemplo de esto y que, por lo menos a mí, me hizo pensar en la enorme -y probablemente infinita- cantidad de films de este tipo que se habrán filmado a lo largo de la historia y alrededor de todo el mundo que a la gran mayoría de la gente le pasan desapercibidos. Como siempre, el problema es que no es posible verlas todas.

A pesar de que el título hace referencia solo a un personaje, La Vieja de Atrás es una película con doble protagonista. En primera instancia, conoceremos a la vieja propiamente dicha, que no es otra que Rosa (Adriana Aizemberg), una jubilada nacida en España pero que vive en Buenos Aires desde que tiene uso de razón y que ha enviudado de muy joven, a causa de la gran diferencia de edad con su marido Luis. Rosa nunca tuvo hijos, perdió todo contacto con su familia desde que emigró a Sudamérica y siempre fue demasiado tradicionalista para si quiera plantearse la posibilidad de volverse a casar. Así, se comporta como la típica señora que no tiene nada que hacer: va a hacer las compras todos los días, mira una poco saludable cantidad de noticieros por televisión, sabe los pormenores de todos sus vecinos y entabla pequeños diálogos con un loro que mantiene dentro de su jaula.

Por otra parte, conoceremos al segundo protagonista de la historia que, en este caso, viene a ser Marcelo (Martín Piroyansky), un joven de veintipocos años que ha decidido abandonar su tierra natal (un pueblo perdido en la provincia de La Pampa) para venirse a Buenos Aires a estudiar medicina en la UBA. A pocos meses de instalarse en la capital, Marcelo ocupa su tiempo entre la facultad y sus dos trabajos que lo ayudan a subsistir: a la mañana reparte volantes y a la tarde atiende un locutorio. Si con estos dos empleos a Marcelo apenas le alcanza para comer y fotocopiar algún que otro apunte que necesite, su situación se vuelve crítica cuando es despedido del locutorio. Habiendo decidido que no le queda otra que volverse a La Pampa para trabajar en el campo donde también lo hace su familia, un día el ascensor del edificio donde Marcelo alquila un departamento se traba, encerrándolo dentro con su vecina del noveno piso.

Creo que, a esta altura, quedó bastante claro que la vecina que se queda encerrada con Marcelo en el ascensor no es otra que Rosa, la vieja de atrás. Luego de hacerle unas cuantas preguntas personales y de tratar de inmiscuirse en la vida del joven a quien acaba de conocer, Rosa tiene una idea: si Marcelo no tiene a dónde ir y no le alcanza ni para comer, la única solución es que se vaya a vivir con ella. Así tendría casa y comida y podría seguir estudiando sin inconvenientes.

Por supuesto que a Marcelo esto le parece una locura al principio, pero una mezcla de sus ganas de seguir estudiando y el engorro que le produce tener que volver a La Pampa lo terminan convenciendo de que la idea de Rosa no es tan descabellada, por lo que toma sus pocas pertenencias del noveno A y se muda a la parte de atrás de su mismo edificio, el noveno B, donde vive Rosa.

La Vieja de Atrás empieza como una clásica historia a partir de dos personajes bastante estereotipados pero, a partir del detonante del ascensor, se convierte en un profundo relato sobre la soledad más extrema que una persona (y, en este caso, dos) puede experimentar, ya que más tarde nos enteraremos de que lo único que Rosa pretende de su acuerdo con Marcelo es tener a alguien con quien hablar un rato antes de irse a dormir.

Ficha Técnica

Reparto: Adriana Aizemberg - Martín Piroyanksky.
Director: Pablo José Meza
Año: 2011.
Duración: 115 minutos.
Calificación El Guionista: 7.
Películas por catálogo: incluida.

Tráiler para Cine


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