La pesadilla de Lisbeth Salander (Noomi Rapace) aún no termina. Luego de sufrir heridas graves, ella está internada en la unidad de cuidados intensivos del hospital de Gotemburgo. Pero allí no es la única. A unas pocas habitaciones, se encuentra la persona que más odia en este mundo; el causante de las penurias que la han quejado durante toda su vida. Mientras tanto, Mikael Blomkvist (Michael Nyqvist) hará todo lo que esté a su alcance para ayudar a Lisbeth a sacarla de tan tormentosa situación, tomando cualquier tipo de riesgos.
Además de ser perseguida por la opinión pública, la sociedad
y su pasado, nuestra heroína también será objetivo de las más altas esferas de
la seguridad nacional de Suecia, quienes no dudarán en eliminarla para
salvaguardar los secretos del Estado.
En muchas sinopsis leí algo así como “en este desenlace de
la saga Millennium la tensión se dispara”. Para que lo sepan, aquellos que no
la vieron ni leyeron la novela, aquí la tensión se esfuma por completo. Pero no
es culpa del, nuevamente, director, Daniel Alfredson: De los tres, el último
libro es, inobjetablemente, el más complejo para llevar a la gran pantalla. Ya
conocemos bastante a nuestros protagonistas, ya no hay crímenes que resolver,
ni tampoco sorpresivos y traumáticos dramas familiares.
El momento más explosivo de toda la trilogía sucede en los
últimos 10 ó 12 capítulos finales del segundo libro y que, en mi opinión, fue
totalmente desaprovechado en la adaptación cinematográfica (y aquí sí tiene
culpas, Alfredson). No sé si Niels Arden Oplev hubiera hecho un mejor. Sólo sé
que tuvo el atino de dirigir la primera parte que era la más sencilla de pasar
al celuloide (vale recordar que la primera novela es una historia aparte,
mientras que la segunda y la tercera están fuertemente unidas).
Lo que nos motiva a seguir leyendo el tercer tomo es esa sed
de justicia y, mayormente, de venganza que el lector siente luego de sentir
empatía y hasta cariño por Lisbeth. Por supuesto, otro de los motivos es saber
cómo terminará la relación entre Lisbeth y Mikael. Esto mismo debe sucederles a
aquellos que vieron las dos primeras entregas y les faltaba el epílogo.
El comienzo de La
Reina en el Palacio de las corrientes de Aire es flojo: no
porque no pasen cosas, sino porque pasan como si fuera hechos cotidianos y sin
haber generado un mínimo de intriga previa para que, al menos, nos
sorprendamos. Al terminar la primera hora de cinta, comienza a repuntar sin
maravillarnos ni nada por el estilo. Queda en manifiesto el apuro de los
realizadores por cerrar la saga y llevarse a su paso todo lo que obstaculice el
camino, salvo desde el punto de vista fotográfico que ha sido lo más
alto de toda la trilogía, después de su heroína.
Como puntos a favor, sí estoy de acuerdo con que se haya
suprimido toda la historia paralela de Erika Berger (Lena Endre), con su pase a otro medio
gráfico y sus asuntos del pasado e intimidad. Además, tiene toda una cuestión
ética periodística y de lealtad, en el fondo, que a los que conocemos y
apasiona la profesión nos puede llegar a interesar; pero dudo que sea así con
el gran público. Sí tomó lo más relevante que fueron los mails anónimos.
Sin embargo, sigue acarreando los errores de su predecesora como presentar a Niedermann como un monstruo invencible o eliminar ayudantes fundamentales de Lisbeth, a lo largo de todo su camino. Además se dejaron afuera los distintos coqueteos y romances que, principalmente, involucran al “Kalle Blomkvist de los cojones”; como para darles otro ejemplo.
Por último, me hubiera gustado conocer más el trabajo y la
intimidad de “La sección”, saber cómo operaban y cómo hicieron para mantenerse
40 años en el anonimato. Hay todo un universo muy rico de espionaje y
corrupción que no fue nada explorado. También hubiera preferido una mejor
utilización y explotación de todos los recursos que un thriller judicial puede
brindar, a sabiendas de que la mitad de la obra se convierte en este subgénero.
Tal cual me pasó con la trilogía Infernal Affairs, también considero que ésta va de mayor a menor. Si David Fincher está seguro de continuar readaptando la
obra sueca, debería tener en cuenta todos esos aspectos y hacer un mejor trabajo que
sus colegas escandinavos, como también lograr un mejor desempeño personal que
el que llevó a cabo con The Girl with the Dragon Tattoo. El desafío más grande, sin dudas, será
para Rooney Mara (Red Social) quien, por lo menos, deberá igualar a una impecable y
sobresaliente Lisbeth Salander, encarnada por Noomi Rapace (Prometheus).
Finalizando esta trilogía sueca, debo admitir que a cada
minuto que corría la cinta, más ganas me daban de leer nuevamente la saga (algo
que seguramente haga antes de que termine este año). Habiendo terminado con mis
recomendaciones sobre Millennium, sólo me queda agradecerle al ya fallecido Stieg Larsson, periodista y escritor de las novelas, por devolverme la pasión por la
lectura.
Ficha Técnica
Reparto: Noomi Rapace – Michael Nyqvist – Lena Endre –
Annika Hallin.
Director: Daniel Alfredson.
Año: 2009.
Duración: 145 minutos.
Calificación El Guionista: 5.
Películas por catálogo: incluida.
Tráiler para Cine
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