Aún tengo muy presentes, aquellas repetidas tandas
publicitarias en el ya desaparecido canal de cable para niños, Magic Kids, en
el año 1997, haciendo alusión al venidero estreno de una nueva serie animada
que había revolucionado al mundo. No nos mentían. Su estreno sucedió en el
primer semestre de aquel año, yo cursaba segundo grado. Una melodía pegajosa
daba inicio a las travesías de un pequeño niño con cola que debía conseguir las
siete esferas del dragón, para así poder cumplir cualquier deseo. A partir de
allí, mi conexión y enamoramiento con esta fantástica aventura juró ser eterna.
Es por este motivo que, desde hace más de un año, cuando conocí la noticia de
una nueva película de la saga de Dragon Ball Z, esperaba con ansias acudir a
las salas del cine para seguir profesando mi culto fielmente y publicar mi
reseña en El Guionista.
Tiempo después de derrotar al malvado Buu, una nueva amenaza
se presenta frente a Goku y sus amigos. Sin embargo, este ya no será un
grandioso guerrero, sino una deidad con poderes ilimitados. Bills, el dios de
la destrucción, ha despertado y su obsesión es la de enfrentarse al Dios súper
saiyajin. Goku, Gohan, Vegeta y demás guerreros Z, entre el desconcierto de la
posible existencia de un dios saiyajin más el temor que infunde la presencia de
una deidad destructora, deberán impedir la furia de Bills o sino la Tierra sufrirá letales
consecuencias.
¡Qué momento! ¡Cuánto lo deseaba! Pura nostalgia. ¿Superó mis expectativas?
Aclaremos el panorama. Más que iluso, es un estúpido aquel que podría llegar a
creer que una cinta de 80 minutos podría ser mejor que toda una serie
sobresaliente. Fui a buscar sensaciones, volver a sentir esos cosquilleos de
infante. Sentirme un niño nuevamente y emocionarme con estos personajes que tan
fuerte se han arraigado en mi vida.
De por sí, La batalla de los Dioses es mayormente un
largometraje cómico con tintes gastronómicos. Nuestros héroes se ven inmersos
dentro de un gran marco de reunión y celebración. Para que se den una idea, el
ambiente es similar a esos programas cuyo presentador decide entrevistar a todo
un elenco, sentados en cómodos sillones, para hablar y recordar los mejores
momentos de la obra.
Consecuentemente, es para festejar la vuelta del animé al
cine y, en especial, de Dragon Ball; saga que fue bastardeada por Toei
Animation en el momento que decidieron crear la bazofia de GT (el que la
defienda o la considere canónica u oficial, que se tire de un piso 30 sin
paracaídas), dejándonos un desagradable sabor final. Merecíamos un
resarcimiento y, creo, aún lo merecemos.
Entonces, es imposible no ilusionarnos con esa puerta que se
dejó entreabierta para una nueva saga de los guerreros Z. Es más, también hubo
un guiño cómplice para los fanáticos de Vegeta (a quienes no puedo comprender
-porque no hubo un tipo más detestable e irrisorio que el petizo frentón-, pero
respeto).
Para criticar, considero que faltó algo más de acción y, en
los momentos en que la hubo, se abusó de los efectos especiales, casi al estilo
Man of Steel –de esos que te marean-. Este intento por captar nuevos seguidores
juega en contra de los más antiguos que disfrutamos del austero pero auténtico
plano bidimensional. Es como lo que sucede con la tristísima Dragon Ball Z Kai:
pierde la esencia.
Otra observación me tiene desde el lugar de fanático de Gohan
(mi personaje favorito) y lo que implica su controversial caso. Durante la saga
de Majin Buu, todo su poder fue expulsado y ya no se transformaba en súper
saiyajin. Este film estuvo sumamente supervisado por el creador de todo este
formidable universo, Akira Toriyama; así que, si pudo transformarse en súper
saiyajin, significa que puede convertirse y punto -aunque me gustaba que no lo
hiciera, le daba cierto toque de misticismo y superioridad-.
No obstante, fueron varios los viajes en transporte público o
en momentos de inspiración que se me ocurrieron posibles tramas para nuevas
películas de Dragon Ball Z y que, luego de tantos años, tengamos la posibilidad
de disfrutar una en el cine, es un lujo y un mimo para los más fanáticos. No
nos podemos quejar. Nadie trabaja gratis y todo tiene su fin comercial, pero
tenemos que tener bien presente que no nos han olvidado.
Eso sí, en todas mis fantasías de posibles guiones, escenas
y peleas –cuando quieras que te las comente, pegame un tubazo, Akira-, jamás
pude imaginarme al villano. No daba ni una moneda de dos pesos por el gatito
del póster, aunque Bills se gana el respeto de los espectadores; pero no el
miedo. Claramente, el mejor antagonista de películas fue, es y será Broly (por algo lo han
utilizado tres veces).
En todos mis artículos, siempre puse el título en su
lenguaje original; y, específicamente, al criticar películas animadas, nunca
puse quiénes fueron los actores de doblaje, en la ficha técnica, porque cada
país y/o región tiene los suyos. Esta vez, haré dos excepciones por justas
razones. La primera es que la siento tan propia, tan parte de mí, que debo
escribir el título de la manera en que lo he aprendido desde niño. La segunda,
es que ha sido tal el placer de volver a contar con los actores de doblaje como
Mario Castañeda, René García o Carlos Segundo (lamento enormemente la ausencia
de Laura Torres) que no podría jamás dejarlos de lado. Es que ya se han vuelto personajes
de culto para los fanáticos.
Antes de concluir con esta reseña -otro gran gusto que me he
dado- quiero expresar públicamente mis gracias a la maravillosa acompañante que
vino conmigo a la sala: mi novia. Desde el primer momento sabía que tenía que
ir junto a alguien que sintiera la misma pasión que yo. Ella se ofreció incluso
a recibir un minucioso repaso, como tutorial, para reforzar todo lo acontecido
previamente en Dragon Ball Z. La llegada de los saiyajines, el temible Freezer
y sus tropas, la aparición de los androides, el estado perfecto de Cell, todas
las transformaciones de Majin Buu. Realmente, una magnífica compañera.
Finalmente, gracias Akira Toriyama, por haber sido el
creador de tan maravillosa serie que, además de servirnos como entretenimiento,
también ha valorizado temas tan significativos como la amistad, el esfuerzo y
la camaradería. Estoy orgulloso de haber aportados mis humildes 26 pesos
argentinos (432,86 yenes) para que, en algún futuro, analices continuar con los
viajes extraordinarios de Goku y sus amigos. Por otra parte, me avergüenzan
aquellos que se declaran fanáticos, exigieron por los foros a los actores del
doblaje de siempre, para luego bajarla por internet y verla en japonés con
subtítulos.
Es Dragon Ball, pibe, y volvió a los cines. ¿Acaso no sentís
el llamado? ¿No te das cuenta de que esto va más allá de los fines comerciales
y de ejercer la piratería como si fuese cualquier largometraje ignoto?
Es por eso que mi calificación, seguramente, se vea afectada
por mi adoración y fanatismo; pero, el cine, además de entretenimiento y
cultura, también es sensaciones y Dragon Ball Z: La batalla de los Dioses ha
logrado que me vuelva a sentir como un niño.
Ficha Técnica
Reparto: Mario Castañeda – René García – Carlos Segundo –
Rocío Garcel.
Director: Masahiro Hosoda.
Año: 2013
Duración: 85 minutos.
Calificación El Guionista: 8.
Películas por catálogo: ¡¡vayan al cine!!
Tráiler para Cine
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