A final del 2012, nos habíamos comprometido a incursionar
más seguido en nuestro cine. A principios de este 2013, toda nuestra atención
se la está llevando una película nacional que venía siendo promocionada, con
suma antelación (hasta en las góndolas de los supermercados). También hubo
otros factores externos que potenciaron estas ansias, como el cuestionamiento del crecimiento patrimonial de la presidenta, Cristina Kirchner, o el cruce con el periodista, Eduardo Feinmann. Tesis sobre un homicidio es lo nuevo de
Ricardo Darín, el actor argentino más importante (ya sea por sus desempeños
como por su popularidad) de los últimos quince años; y El Guionista se las deja a su alcance.
Roberto Bermúdez (Ricardo Darín) es un prestigioso abogado,
especialista en Derecho Penal, que ha dejado de ejercer para dedicarse a la
docencia. Durante una de sus clases, en el estacionamiento de la facultad,
encuentran el cuerpo de una joven, violada y asesinada. La policía no tiene idea de
quién pudo haber sido el autor del crimen, pero Roberto cree que el asesino es
uno de sus alumnos: Gonzalo (Alberto Ammann). Decidido a comprobar la
culpabilidad del chico, Roberto desarrollará su propia investigación. Sin
embargo, su obsesión por comprobar su tesis y de vencer al muchacho en su duelo
intelectual, lo llevará a cometer demasiados errores.
Si ustedes tienen en sus planes ir a ver esta película,
entonces les voy a recomendar que lean esta crítica ni bien vuelvan a sus
casas; porque da para un análisis amplio y voy a mencionar cosas que no les va
a agradar saber. Si ya la vieron, pueden continuar leyendo.
Lo dije anteriormente: pese a no ser un gran fanático de
nuestro cine, hay momentos en los que mi apetito cinéfilo me pide “ver una de
Darín”. Lamento que este marcado clima de polarización, en donde aquellos que
defienden al oficialismo empiecen a desmerecer su trabajo y hasta lo llamen
“Ricardo Clarín”. A su vez, también me resulta patético que los opositores lo
tomen como un “símbolo anti-K” y realcen sus virtudes profesionales sólo por
haber cuestionado algo que a todos los ciudadanos de Argentina nos debería
importar.
Darín (XXY; El Hijo de la novia, Luna de Avellaneda) es el
máximo representante del cine argentino y creo que está en su plenitud. Tiene
la experiencia necesaria como para saber unir nuestras costumbres (expresiones,
humor, gestos; “la calle”) con su característica entrega total para una amplia
gama de personajes que ha sabido encarnar. Si no es el mejor actor nacional de
nuestra actualidad, pega en el palo; y, sin dudas, con los años será recordado
como uno de los más importantes de la historia.
Uno tiende a pensar que nada puede salir mal con un guión de
correcto para arriba y con un actor de su categoría. Ya lo ha demostrado en Un Cuento Chino o en El Aura, donde él solo se carga la cinta al hombro y ya hace valer
el precio de la entrada; además de contar con un libreto sólido. Sin embargo,
tener un profesional con un nivel tan alto también tiene sus consecuencias
negativas.
Esto se hace notar con su compañera de elenco, Calu Rivero.
No sé de dónde surgió esta joven actriz (a la cual sólo conocía por su romance
con Sean Penn) pero la realidad es que no dio la talla para este gran desafío:
no hay química con el protagonista, no hay tensión sexual, no hay nada. Como
sucedió en Carancho, con Martina Gusmán, es muy complicado encontrarle una
pareja que esté a su altura (caso contrario el de El mismo amor, la misma lluvia, con Soledad Villlamil). En vez de recurrir a una chica de apariencia frágil
y con vocecita aniñada, deberían haber buscado alguien más fuerte, más madura y
más picante.
Quien sí estuvo a la altura fue Alberto Ammann (Celda 211).
Este actor nacido en Argentina pero que se radicó en España (claramente, en su
vida, dijo más veces “ostia, tío” que “che, bol*do”) lleva adelante un grato y
revelante desempeño para aquellos que no lo conocíamos. Genial construcción de
un antagonista, arrogante y soberbio, de quien podemos sospechar de terribles
atrocidades, pero sin tener ninguna certeza en un profundo mar de dudas.
En cuanto a su dirección, Hernán Goldfrid ha preferido más
el impacto constante que generar una atmósfera de intriga para luego dar el
estiletazo en momentos más determinados. No hay mucho al azar y si uno está atento
a los detalles, atará cabos fácilmente. “Todo está en los detalles” y el
director ha sido muy coherente con este lema (cualquier espectador de cine,
apasionado o casual, debe saber que cualquier plano detalle tiene una razón de
ser).
Basada en la novela homónima de Diego Paskowski, para
adaptarla al celuloide, hubo que hacer varios retoques. Hubo varias relaciones
personales de Roberto que se dejaron en el tintero, sin profundizar, pero que
para mí quedaron todas bastante claras.
Aunque sí hubo tres aspectos que me hicieron muchísimo ruido y
que jamás terminaron de pesar en la narración: el del boxeo, el del caso
Latorre y el del sacrificio. Sentí que lo del boxeo, pese a tener una
justificación muy menor en el epílogo, estuvo completamente de más y que poco
tenía que ver con el tipo de persona que es Roberto. En cuanto al caso Latorre,
pensé que llegado el cierre tendría una explicación, como lo tiene “el barrio
chino” para J.J. Gittes en Chinatown. Nunca llegó. Por último, lo del
sacrificio se manifestó tanto durante la obra que, de haberse cerrado esa
puerta, estoy seguro de que hubiera dado lugar a un final muy superior que al
que vimos.
No me malinterpreten, Tesis sobre un homicidio tiene varios
puntos altos que la convierten en una buena película: una actuación protagónica
brillante; un antagonista con aura de depravación y cinismo; un buen número de
pistas y trampas, y una cuidada fotografía, con sutiles planos generales (como el del puente de la Facultad
de Derecho), o delicados planos detalles fusionados a vidrios y colores cálidos.
El problema es que todavía nos sentimos huérfanos de El
Secreto de sus Ojos. El cine argentino espera ávidamente una producción que
llegue a ese nivel de excelencia y, por muchos momentos de Tesis, sentí ese
cosquilleo de que estaba frente a una obra que podría ser bandera. Sumado al
hecho de ser una película de género criminal-policial, también busqué una
pariente de Nueve Reinas. Lamentablemente, esto no se concretó.
Como dato anecdótico, y en la misma semana de estreno, a la
par que Tesis se mantenía (y se mantiene) primera en la recaudación local,
Mamá, film de terror producida por Guillermo del Toro y dirigida por el
argentino, Andrés Muschietti, también hacía lo mismo en la taquilla
estadounidense (aunque, esta semana, ya fue desbarrancada por Hansel y Gretel).
Podría haber dado para más. Sin embargo, no siento que haya
desperdiciado mi dinero. Fueron casi dos horas de un buen cine de suspenso que,
en su inicio, nos hace movernos junto al protagonista paro luego tomar su
propio sendero y una postura más omnisciente. No es para todos, pero si quieren
apoyar a la industria nacional y ver una actuación bien argentina, vayan al
cine.
Ficha Técnica
Reparto: Ricardo Darín – Alberto Ammann – Calu Rivero.
Director: Hernán Goldfrid.
Año: 2013.
Duración: 110 minutos.
Calificación El Guionista: 7.
Películas por catálogo: en su sala favorita.
Tráiler para Cine
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