miércoles, 15 de febrero de 2012

The Artist

En alguna ocasión, como parte de alguna de las fantásticas críticas de El Guionista, mencioné mi antipatía o mi mala predisposición hacia las películas que entran dentro de la categoría “viejas”, léase: en blanco y negro, con una calidad de audio reprobable, no mucha variedad visual, etc. Ahora bien, antes de que me crucifiquen, quiero resaltar que lo mío es solo una mala predisposición, no es que desecho todo lo previo a la década del setenta por regla general, sino que tomo mis recaudos antes de plantearme ver una película de esas características.


En este sentido, se me presentó una contradicción cuando me dispuse a ver The Artist, película rodada el año pasado pero en el estilo de los años 20, esto es, muda, en blanco y negro y demás yerbas. Primero diré que me gustó mucho y, en segundo lugar, antes de que alguien me diga “¿viste, boludo, que no es cuestión de modernismo, sino de calidad y creatividad?”, debo aclarar que esta película en particular no hace más que respaldar mi opinión del primer párrafo.

Lo que Michael Hazanavicius, su director, logra es una película que trae al siglo XXI toda la magia, el romanticismo y aquellos elementos artísticos que hicieron grande al cine en los años veinte, pero en un código moderno. Esto es, la película plantea los giros, las vueltas, los conflictos, el inicio, el desenlace, el planteamiento de la trama y demás como lo haría un film de esta época, pero todo ambientado con el vestuario, la música y las actuaciones de principios de siglo. Por eso, resulta atractiva e interesante para los que amamos el cine moderno y también nostálgica y emotiva para los que enarbolan la bandera del cine clásico.

Sobre la trama, no me quiero explayar demasiado. He escuchado por ahí a alguno que decía que The Artist es una de las pocas películas que habla sobre el cine mismo, junto a Cinema Paradiso tal vez. Tienen razón. La película plantea el duro pasaje que experimentó la industria del séptimo arte cuando abandonó el cine mudo para pasar a incluir diálogos orales en sus tramas (hasta ese momento, cada vez que algún personaje decía algo trascendente, aparecía la típica placa negra con el mensaje escrito). Valiéndose de ese arcaico recurso, The Artist es llevada adelante por dos personajes principales que representan a cada uno de estos paradigmas. George Valantin (Jean Dujardin) es el ícono del cine del momento y, en la cima de su carrera, empieza a desarrollar una relación con una joven estrella en ascenso, Peppy Miller (Bérénice Bejo). Casi de la noche a la mañana, Peppy pasa a ocupar el lugar de la figura más destacada de Hollywood gracias a sus películas habladas, mientras que George, incapaz de traicionar sus principios y abandonar el cine mudo, entra en desgracia y parece que ya nadie se acuerda de él.

Una propuesta distinta, fresca, entretenida, romántica y con brillantes actuaciones, tanto de Jean Dujardin, ganador del último Globo de Oro a Mejor Actor, de Bérénice Bejo, una joven pero talentosa actriz (que es considerada francesa, pero que nació en Buenos Aires, guiño, guiño) y de James Cromwell, que en este caso tiene un papel secundario, pero que lo aprovecha excelentemente, tal y como lo hizo cuando interpretó el papel del granjero en Babe, el chanchito valiente (peliculón, si los hay).

Ficha Técnica

Reparto: Jean Dujardin - Bérénice Bejo - James Cromwell.
Director: Michael Hazanavicius.
Duración: 100 minutos.
Año: 2011.
Calificación El Guionista: 8.
Películas por catálogo: incluida.

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