Pero reflexionando un poco más, ahora sobre la comedia en general, descubrí que el principal proveedor de películas y series de este género es el gran país del norte de este continente, ya que no es tan común ver tantas comedias europeas o asiáticas aunque claro, hay excepciones.
Pero lo que más claro me quedó con respecto a esto es que, por varios cuerpos de distancia, el cine argentino es el que nos ha brindado los mejores momentos cómicos y el que más facilidad tiene para hacerlo. Considero que, en cualquier situación, en cualquier contexto y casi con cualquier personaje, las películas argentinas pueden hacernos reir hasta la carcajada, valiéndose de un recurso en el que, modestia aparte, también somos los mejores y ese recurso es la puteada. Nadie putea mejor que un argentino, muchachos. Y el cine es la mejor prueba de esto.
¿Qué tiene que ver esto con El Hijo de la Novia, un dramón si los hay? Bueno, fue con esta película con la que arribé a las conclusiones precedentes ya que esta obra maestra de Campanella logra, o por lo menos lo hizo en mi caso, hacer llorar y reír con la misma intensidad y facilidad. Todo con apenas segundos de diferencia entre un momento y otro.
La película se centra en el personaje de Rafa (Ricardo Darín), el arquetipo de argentino de estos tiempos. Separado, con una hija y sin parar un segundo, Rafa está a cargo del negocio familiar que, en su caso, consiste en un típico restaurante porteño que, en sus inicios, logró hacerse un lugar dentro de la variada vida gastronómica de la ciudad gracias a los padres de Rafa, Nino y Norma Belvedere (Héctor Alterio y Norma Aleandro respectivamente).
Proveedores que no cumplen, empleados torpes, amigos que aparecen de la nada y no para dar una mano precisamente, ex mujeres irritantes, novias ciclotímicas y una madre con Alzheimer conforman el cóctel de elementos que confluyen en un ataque cardíaco que Rafa sufre, haciéndolo tomar la dolorosa decisión de vender el restaurante de la familia e iniciar una vida más tranquila.
En medio de este difícil contexto, nuestro protagonista encontrará una salida en la disparatada -aunque no tanto- propuesta que su padre le hace o, mejor dicho, le comunica. Ahora, cuando su esposa se ve aislada por esta cruel enfermedad que afecta a la memoria, Nino decide que es momento de darle a Norma el gusto que no le dio en 44 años: quiere casarse con ella por iglesia.
Lo de Darín es perfecto como siempre, Norma Aleandro ofrece una de las mejores actuaciones de la historia del cine argentino, Héctor Alterio encarna al adorado abuelo que todos tenemos o nos gustaría tener y Eduardo Blanco aprovecha para, una vez más, mostrar por qué es uno de los mejores actores de esta época. La historia no necesita venta alguna porque, además de ser genial en términos generales, ofrece pequeños detalles, diálogos y reflexiones que no pasan desapercibidos. De esas películas para ver catorce veces y disfrutarla cada vez tanto como la primera.
Ficha Técnica
Reparto: Ricardo Darín - Norma Aleandro - Héctor Alterio - Eduardo Blanco.
Director: Juan José Campanella.
Año: 2001.
Duración: 123 minutos.
Calificación El Guionista: 10.
Películas por catálogo: seeeee.
Tráiler para Cine
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-¿A México, Rafael? ¿Y qué vas a hacer en México?
ResponderEliminar-Pensaba en criar caballos...
-¿Y vos qué sabés de caballos? Además de haber visto Mr. Ed toda tu vida...