Apenas pasada la mitad de este 2012 me creo en condiciones de decir que este año es, sin lugar a dudas, el año de los superhéroes. La verdad es que no hice ninguna investigación al respecto y tal vez haya habido algún otro momento en el que estos muchachos con poderes locos estuvieron tan o más de moda que hoy. Pero bueno, creo que por cantidad de películas estrenadas, por cantidad de entradas vendidas y, fundamentalmente, por la calidad cinematográfica de las cintas, este año es el año de los superhéroes. Por supuesto que no voy a aburrirlos comentándoles mi opinión sobre El Sorprendente Hombre Araña, algo que ya hizo (y mejor que yo) mi colega Daniel Castaño, o sobre Los Vengadores que hasta el momento es la más taquillera del año. Pero creo que va siendo hora de hablar un toque de las películas de superhéroes, un debate que primeramente yo creí innecesario, hasta que Christopher Nolan apareció en escena.
A todos, o a la gran mayoría, nos gustan las películas de superhéroes. En lo particular las considero como el mejor exponente de las películas de acción ya que no solo ofrecen escenas sumamente entretenidas, con tiros, golpes, piruetas y demás elementos fundamentales del género, sino que consiguen ir un paso más adelante y a esas típicas escenas de acción le agregan otros valores que las vuelven más interesantes. El origen de cada superhéroe, sus relaciones familiares y de amistad, la bendición y a la vez la cruz que sus habilidades les suponen, la creativa variedad de poderes, artefactos, habilidades y hasta de supervillanos que también vienen en el combo hacen de estas películas un subgénero atractivo y con altas dosis de entretenimiento.
Sin embargo, saben ustedes que yo soy un defensor a ultranza de las historias, de la trama dentro de una película, sin importar todos los agregados (como los mencionados en el párrafo precedente) que la rodeen y maquillen. Por este motivo, las películas de superhéroes me gustaban, me entretenían y me hacían pasar un buen rato. Pero nada más. Reconozco también que no he visto toooooooodas las películas de superhéroes pero sí las más conocidas y otras también. La cosa es que Spider-Man, Thor, el Capitán América, Iron-Man, Superman, Hulk, los 4 Fantásticos, Linterna Verde, los X-Men y tantos otros siempre se limitan a contarnos cómo consiguieron los poderes, cómo se acostumbraron a ellos, quiénes son sus enemigos, quiénes sus amigos (y amigas, que nunca pueden faltar), cómo ven que el mundo entero se va a ir al carajo, cómo lo terminan salvando y cómo terminan viviendo felices para siempre o, en su defecto, hasta la próxima secuela. Siempre es los buenos contra los malos y siempre ganan los buenos, solo los detalles van cambiando. Por este motivo, siempre que veía una película de superhéroes la evaluaba bajo este manto de limitación argumentativa, sabiendo que no iba a ir más allá porque simplemente no podía.
Pero claro, como dije más arriba, un día a Christopher Nolan se le ocurrió hacer su trilogía de Batman (un superhéroe que, hasta la llegada de este enorme director, entraba en la misma bolsa que sus amiguitos encapotados) y marcó una revolución en la forma de hacer películas de superhéroes.
Lo maravilloso de esta trilogía es que, desde el punto de vista fáctico, no introduce ningún dato revelador ya que desde su primera entrega, Batman Inicia, nos cuenta la historia de Bruce Wayne (interpretado por Christian Bale) que todos conocemos, con sus padres asesinados, con su enorme fortuna, con su Ciudad Gótica y con el nacimiento del único superhéroe sin superpoderes. Pero dentro de la historia de Batman, Nolan logra lo que otros nunca pudieron y esto es mostrarnos a su protagonista como alguien imperfecto, que fundamentalmente cambia, se da cuenta de cómo son las cosas, es testigo de la corrupción, del sufrimiento, del abandono, de la pérdida, de la nostalgia y después de todo eso recién se convierte, no en un loquito vestido de murciélago que pelea contra los malos, sino en un símbolo, en la representación de aquellos valores por los que vale la pena luchar, en alguien incorruptible y dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias con tal de cambiar un mundo (representado por Ciudad Gótica) que parece condenado de antemano.
En lo que es la línea argumental, mucho no me queda por decir sobre Batman Inicia, fragmento que tiene un título que habla por sí mismo, pero sí merece un párrafo aparte su secuela, The Dark Knight, la mejor película de superhéroes que he visto, por lo menos hasta el próximo jueves.
La segunda entrega del Batman de Nolan, si bien mantiene el mismo nivel de oscuridad de su antecesora, ya no tiene que preocuparse por presentarnos a este renovado Caballero Oscuro por lo que hace mucho más hincapié en el tema de la corrupción que antes mencionaba y fundamentalmente en la oposición entre el bien y el mal, dos elementos que no están representados por un monstruito que quiere dominar al mundo y un enmascarado que lo caga a trompadas. Para nada.
Por un lado tenemos a la justicia, representada por Batman, claro está, y por un personaje que sin ser un superhéroe ni mucho menos, está para comerse en un pancho a Spider-Man, Superman y a todos los Vengadores juntos. Harvey Dent (Aaron Eckhart) es el principal fiscal de Ciudad Gótica y, en esta película, creo yo que viene a ocupar el lugar de la mano derecha de Batman, cosa que hace sin disfrazarse de Robin y, de hecho, sin disfrazarse de nada, representando los mismos valores que el enmascarado pero, para decirlo de alguna forma, asumiendo las consecuencias de sus actos, que realiza con nombre y apellido. A todo esto, la maldad no está representada por un villano malo sino que, en este caso, decidieron poner a la maldad misma y darle forma humana. Con una actuación que le saca kilómetros de ventaja a la participación en esta franquicia de Jack Nicholson, Heath Ledger encarna a The Joker o -como corresponde llamarlo- el Guasón, un chabón con una historia más traumática que la del propio Bruce Wayne y tan desquiciado que logra ser genial porque su particularidad es que no mata, roba, secuestra o tortura para conseguir algo, lo hace por el puro placer que esos actos le producen.
Con un trasfondo social y psicológico sin precedentes, con personajes secundarios fantásticos, con actuaciones soberbias que rodean a los protagonistas de la mejor manera (como las de Maggie Gyllenhaal, Michael Caine, Cillian Murphy, Tom Wilkinson, Katie Holmes, Gary Oldman, Liam Neeson, Morgan Freeman, entre otros) y con un final que promete quedar en la historia grande del cine (estreno mundial el próximo jueves 26), la leyenda del Caballero Oscuro es por escándalo la mejor de superhéroes y una de las mejores trilogías que nos ha regalado el séptimo arte.
Ficha Técnica
Reparto: Christian Bale - Heath Ledger - Aaron Eckhart - Maggie Gyllenhaal - Michael Caine.
Director: Christopher Nolan.
Año: 2008.
Duración: 152 minutos.
Calificación El Guionista: 9.
Películas por catálogo: incluida.
Tráiler para Cine
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