Luego de algunas
deliberaciones y negociaciones entre mi persona y el co-autor de este espacio,
señor Daniel Castaño, hemos decidido tomarnos un breve receso invernal y
suspender nuestras críticas cinematográficas por unas dos o tres semanas,
dependiendo de nuestras obligaciones, ganas y demás elementos distractivos. Por
consiguiente, no sé todavía si el lunes que viene haré mi última recomendación
antes del mencionado recreo o si son estas líneas las que componen mi última
publicación antes del mismo. Sea como sea, he decidido que, por las dudas, hoy
debía elegir una película acorde al momento así que me incliné por Cemetery Junction, un film del estilo El Guionista por donde se lo mire, es decir, poco conocido por estas latitudes
pero enormemente recomendable. Pasen y vean.
Inglaterra. 1973. Cemetery
Junction es el nombre de un pequeño pueblo británico que, llegando al primer
tercio de la década del setenta, puede ser definido a la perfección con la
frase que uno de los personajes del film utiliza para ello: “es como si los
sesenta nunca hubieran pasado por acá”. La brecha social entre la clase
acomodada y los que menos tienen es brutal, el clima de represión policial está
a la orden del día, las familias funcionan de una forma tan arcaica que es difícil
saber si realmente estamos en la segunda mitad del siglo XX y la discriminación
y segregación racial es propia del período pre abolicionista.
Es en este contexto donde un
grupo de cuatro adolescentes protagoniza una comedia tan brillante como hace tiempo
no veía, combinando la risa con el compromiso social en dosis que rozan la perfección.
En primer lugar tenemos a
Freddie Taylor (Christian Cooke), un joven de clase media que apenas superando
los veinte años de edad ya se dio cuenta de que su padre (obrero en una fábrica
metalúrgica) es un perdedor de clase baja y que preferiría morir antes que
terminar como él. Justamente por eso acepta un trabajo como vendedor modalidad
puerta a puerta en una empresa que vende seguros de vida a personas que no los
quieren, no los necesitan ni pueden pagarlos. Después tenemos al bueno de Bruce
Pearson (Tom Hughes), un rebelde sin causa que trabaja en la misma empresa que
el padre de Freddie y que tiene un nivel de respeto por las autoridades y las
reglas en general que superan el vandalismo común. Todo esto probablemente a
causa del abandono perpetrado por su madre cuando Bruce era un bebé y por su
perdido padre que, en la actualidad, pasa más de veinte horas diarias frente al
televisor del living con una cerveza en la mano. El trío protagónico masculino
lo completa Snork (Jack Doolan) un gordito simpático que trabaja como
anunciador en la estación de tren local y cuyo éxito con las mujeres parece faltarle
de fábrica. Y finalmente tenemos a la bonita Julie (Felicity Jones), hija del
millonario dueño de la mencionada empresa de seguros que está a punto de
casarse con el mejor empleado de su padre, un pedante niño bien que no merece
ni una décima parte de lo que tiene.
En resumen, para no
profundizar más en una trama que vale la pena ser descubierta de manera
individual, vale decir que la historia de por sí es muy interesante y entretenida,
los personajes son una mezcla de estereotipos inamovibles y rompedores de
normas compulsivos, las actuaciones protagónicas sustentan maravillosamente la
trama, la crítica social es genial y a todo esto se suman las participaciones
de grandes actores británicos como Ralph Fiennes, Emily Watson, Matthew Goode y
Ricky Gervais, quien además escribió el guion y dirigió la película.
Ficha Técnica
Reparto: Christian Cooke - Tom Hughes - Jack Doolan - Felicity Jones - Ricky Gervais - Ralph Fiennes - Matthew Goode - Emily Watson.
Director: Ricky Gervais - Stephen Merchant.
Año: 2010.
Duración: 95 minutos.
Calificación El Guionista: 8.
Películas por catálogo: incluida.
Tráiler para Cine
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