viernes, 7 de junio de 2013

Kôkaku Kidôtai

Justo hace una semana, en El Guionista, publicábamos El Demoledor y, dentro de todo su marco de persecuciones, tiroteos y explosiones, les mencionaba algunas características que la acercaban al subgénero cyberpunk. Es claro que me resulta fascinante todo lo relacionado a estos futuros distópicos, con megalópolis que rebalsan en cuanto a infraestructura y desarrollo tecnológico, pero carecen de solidaridad y humanidad. Esta es la razón por la cual no podía dejar de acercarles Kôkaku Kidôtai, conocida mundialmente como Ghost In The Shell, con la traducción al castellano de Fantasma Cibernético.


"En un futuro próximo, las redes corporativas alcanzan niveles de desarrollo inimaginados: los electrones y la luz fluyen a través de todo el universo. Sin embargo, a pesar de la computarización, las naciones y los grupos étnicos siguen existiendo".

Con esta breve (y terrible, si me lo permiten) introducción comienza este clásico del cine animado que, junto con Akira, deben ser de los más trascendentales en la historia del séptimo arte. Sé que es ficción, pero piensen un segundo en que el mundo de la tecnología y las computadoras borre del mapa a todo lo que sea humanidad. Da cierto escalofrío.

El argumento está situado en el año 2029, donde la mayor Motoko Kusanagi, de la Sección 9 del departamento de Seguridad japonés, tiene la misión de capturar a un misterioso hacker, conocido como "El titiritero". Sus crímenes se basan en el ghost hacking: irrumpir y tomar control de la mente de un ser humano.

Basado en el exitoso manga de Masamune Shirow, Ghost In The Shell es una película ultra vanguardista para ser de mediados de los '90 y que aún conserva su adelantamiento, en la actualidad. Desmenuzarlo es una tarea sumamente compleja. Debo admitir que debí verla alrededor de cuatro veces para poder abstraer el mar de planteos y dudas existenciales que va disparando como si la proyección en sí fuera una ametralladora.

Se puede ligar con Blade Runner, en cuanto al dilema humanos-androides, pero el punto de vista es distinto: aquí no se evalúan los sentimientos, sino más bien la conciencia. La propia Kusanagi es un cyborg por completo, salvo por algunas neuronas de su vida pasada. De hecho, ella le confiesa a Togusa (uno de sus compañeros) que él fue elegido por ser mayormente humano y por pensar como tal.

El concepto del ghost hacking, algo así como apoderarse de una persona para no sólo decirles qué hacer, sino también para generarle una "experiencia simulada" de vida, me resulta alucinante. No es necesario hablar de la calidad técnica de esta obra que es un espectáculo visual de gran magnitud que, por más que no entiendas nada de lo que pasa, podés sentarte a disfrutarlo. Su estética, el diseño de las maquinarias, el armamento y los transporte, el vestuario: nada a se ha librado al azar.

Es innegable la relevancia que ha tenido para el género y cómo ha influido a otras obras que ya son grandiosos hitos, como Matrix. Los mismos hermanos Wachowski lo han reconocido y lo han demostrado en el argumento y en escenas como la lluvia digital (letras verdes, pantalla negra) o los tiroteos de las columnas.

Lo más negativo es su espíritu extremadamente ambicioso en relación a los 80 minutos de duración que tiene la cinta. Es avasallante la cantidad de información que debemos procesar, mientras a los pocos minutos comienzan las escenas de acción. La banda sonora es la ideal para crear el ambiente deseado, pero no culpo a aquel que le parezca irritante.

Para finalizar y pese a todo el manto tecnológico-pesimista distópico que cubre a Ghost In The Shell y a los cuestionamientos y depreciación constate que se realiza a nuestra especie, el final me deja un buen sabor en cuanto a la importancia y el valor que tiene vivir, sentir y pensar como un ser humano, y a cierta reivindicación que la misma cinta le da.

Ficha Técnica

Director: Mamoru Oshii.
Año: 1995.
Duración: 83 minutos.
Calificación El Guionista: 7.
Películas por catálogo: incluida.

Tráiler para Cine


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