lunes, 18 de febrero de 2013

Este año, la categoría Mejor Película de los premios Oscar cuenta con ocho films de origen estadounidense y una realización extranjera, Amour, cosa que por lo menos yo no me explico ya que creía que para homenajear a las películas no yankees es que existe la categoría Mejor Película Extranjera. Pero bueno… Ahora, lo más curioso de la cuestión es que la mencionada Amour también compite como mejor película extranjera, lo que nos hace pensar que, si además de estar considerada para esa categoría, la película es de tal calidad que merece ser tenida en cuenta como Mejor Película del año, bueno, de antemano ya conocemos la ganadora del premio que, hace unos años, se llevara nuestra querida El Secreto de sus Ojos. Al margen de todo esto, mi intención es usar esta crítica para fomentar el consumo de las otras películas que fueron ternadas y que probablemente no ganen, sobre todo en la categoría Mejor Película Extranjera donde, por lo general, hay excelentes títulos que por el solo hecho de que no son premiadas y porque son habladas en árabe, mandarín o ruso nos pasan desapercibidas de una forma por demás injusta. Por ese motivo, hoy les traigo No, que competirá con Amour y otras tres películas más con el objetivo de que la tan codiciada estatuilla caiga en manos chilenas.


En los años setenta, momento histórico de lo más particular, marcado por la bipolaridad establecida por la Guerra Fría, esta parte del mundo a la que llamamos Latinoamérica estuvo marcada por un clima también bipartito, con amenazas guerrilleras y movimientos emergentes de izquierda que amenazaban con extender lo hecho por Cuba al resto del continente. En contraposición, y con la ideología estadounidense al mando, el método que encontraron los defensores del liberalismo y de la derecha en general fueron los denominados golpes de Estado, esto es el derrocamiento del presidente democrático de turno para su posterior reemplazo por algún líder militar despótico. El saldo: dictaduras, terror, persecuciones, muerte, tortura, desaparecidos.

En 1973 fue el turno de Chile. Con la figura de Augusto Pinochet a la cabeza, las fuerzas armadas del país trasandino derrocaron al presidente Salvador Allende para dar comienzo al capítulo más negro y cubierto de sangre que la historia de ese país ha producido. No es mi intención entrar en detalles sobre los horrores perpetrados por este gobierno de facto porque justamente tampoco es ese el propósito de la película.

En 1988, tras quince años de dictadura militar, el mundo ya no era el mismo que el de principios de los setenta. La URSS vivía sus últimos días bajo esa denominación y la realidad bipolar que venía imperando ya era cosa del pasado. Así, en este contexto conciliador y de paz mundial, Pinochet se dio cuenta de que su Gobierno necesitaba algún tipo de respaldo y legitimidad democrática, sobre todo de cara a las naciones extranjeras. Por este motivo, en este particular año de la década del ochenta tuvo lugar un plebiscito o referéndum que básicamente se define como una consulta popular a través del voto. La cosa era sencilla. Lo que el pueblo chileno debía votar era por el sí o por el no. Votar que sí significaba la continuidad de Pinochet en el poder, esta vez legitimada por el voto popular, y queda claro que votar por el no significaba el llamado inmediato a elecciones para elegir al sucesor de Pinocho, como se lo conocía.

No, como su título deja entrever, cuenta la historia de René Saavedra, un publicista chileno que, para 1988, ya estaba de vuelta en su país luego de pasar unos cuantos años exiliado, al igual que muchos otros que también tuvieron que dejar el país por el solo motivo de no apoyar el régimen dictatorial. De la mano de este carismático joven y de su campaña publicitaria llamada “NO”, recorreremos en profundidad los 27 días que duró la campaña política más importante de la historia de Chile, donde confluirán innumerables debates sobre el uso y los efectos de la publicidad como también sobre la incómoda pero esperanzadora situación que un pueblo debe enfrentar al tener que emitir su voto en tiempos de dictadura.

Excelente trabajo de Gael García Bernal (Amores Perros, Babel) que, como lo hiciera en Diarios de Motocicleta, consigue que olvidemos sus raíces mejicanas y lo confundamos con un chileno más en su papel de René Saavedra y muy buena película en líneas generales ya que, por lo menos para mí, logra los dos objetivos que debe plantearse un film histórico: contarle, cual libro de historia, los hechos ocurridos durante un lapso en particular a aquel que no sabe nada sobre ellos y, a su vez, revelar ciertos datos y acontecimientos para generar la intriga y el interés que toda buena película debe despertar.

Ficha Técnica

Reparto: Gael García Bernal - Alfredo Castro - Antonia Zegers - Luis Gnecco.
Director: Pablo Larraín.
Año: 2012.
Duración: 118 minutos.
Calificación El Guionista: 7.
Películas por catálogo: NO. Mentira, está incluida.

Traíler para Cine


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