En 1858,
a dos años de la Guerra
Civil Estadounidense, el dentista King Schultz (Christoph Waltz) ha dejado de ejercer, ya que encontró otra profesión que le resulta más
rendidora: ser cazarrecompensas. Su objetivo son los hermanos Brittle y necesitará
alguien que los reconozca para así poder abatirlos. El destino querrá que
conozca a Django (Jamie Foxx), un esclavo negro, que conoce muy bien a estos
hermanos. Schultz deberá liberarlo para así poder iniciar su cacería. A su vez,
Django tiene otro cometido: reencontrarse con su esposa, también esclava,
Broomhilda (Kerry Washington) y comprar su libertad.
Damas y caballeros, volvió Tarantino. Nuevamente, en forma
de spaghetti western histórico. Esta vez, el espacio en donde se centra la
acción es en Estados Unidos y a dos años de que se iniciara la Guerra de Secesión. A
diferencia de la magnífica Bastardos sin Gloria, esta historia tiene un enfoque
micro: nuestro héroe es un pobre esclavo que, al liberarse, su único objetivo
es rescatar a su amada. En cambio, en la anterior cinta, el fin era algo más
ambicioso, ya que un grupo de soldados intentan acabar con los malvados planes
del “tío Adolfo”, para así dar fin a la Segunda Guerra Mundial e
impedir que continúe con sus atrocidades.
¿No se cansaron de llorar o, incluso, de sentirse miserables
cada vez que ven una película del holocausto, de las matanzas en África, o
hasta de la cruenta dictadura, si son de Argentina? Nunca hay que dejar de lado
la historia y revisarla, para no cometer lo mismos errores; pero ya nos han
hecho doler el alma con estas temáticas millones de veces. Muchos critican al director de Reservoir Dogs o Pulp Fiction por tomar temas tan delicados, como la esclavitud o las sectas
xenófobas, y burlarse con situaciones totalmente ridículas e hilarantes; pero
está claro que el público necesita algo distinto al cine convencional, humano y
reflexivo. Esto es lo que hizo a Tarantino tan especial, pero también es un
arma de doble filo.
Ahora, si ustedes me preguntan cuál fue el mayor logro de Tarantino
en los últimos cinco años, debo responderles con dos palabras: “Christoph
Waltz”. No sé cómo lo descubrió o quién se lo recomendó, pero este austríaco
nació para ser dirigido por Quentin. Jamie Foxx podrá ser el protagonista, pero
quien lleva el peso de la obra encima es el fabuloso Christoph (Carnage). Cuando él está
en la pantalla, todo es mejor. Cuando no está, su ausencia se hace notar
enormemente. Además, sus modales al expresarse, su habilidad para cambiar las
facciones del rostro y su facilidad para hablar distintos idiomas, lo
convierten en el intérprete perfecto, sin olvidarnos de su mayor virtud: la
capacidad envidiable para realizar los monólogos más articulados como los más
ridículos y persuadirnos con cualquiera de ellos.
Por su parte, Jamie Foxx (Colateral, Ray) encarna en buena forma a ese héroe,
sufrido y rudo, que sólo tiene una única misión y se enfrentará a lo que sea
con tal de conseguirlo. Sobre el resto del elenco, todos hacen su aporte para
sumar calidad a esta producción. Es raro ver a Leonardo DiCaprio (El Aviador, El Origen) de villano: no
lo considero el antagonista más temible o despreciable, pero sí me resultó
convincente y el papel de cínico le cayó muy bien. Quien sigue demostrando que
es un actorazo es Samuel L. Jackson (The Avengers, Unthinkable): todo lo que le dan, lo hace bien.
Asimismo, uno se da cuenta de que Tarantino es un anzuelo
irresistible cuando Franco Nero, el primer Django de la gran pantalla (1966, de
Sergio Corbucci), acepta participar en un cameo. Además, como hizo su buen
amigo Robert Rodriguez (El Mariachi), Quentin decidió incorporar también al
crack de Don Johnson, para el papel de Big Daddy. ¿Cómo lo iba a vestir? De
blanco, por supuesto.
Me encantaría entrevistar a Tarantino y preguntarle si para
alguna de sus próximas películas, no le interesaría contar con Diego Armando Maradona (El Gran Diegote) para algún papel menor, como un capo mafia o un
caudillo al estilo Big Daddy. Estoy seguro de que el astro del fútbol mundial haría un
gran trabajo bajo la dirección del brillante Quentin.
Bueno, basta de tirarle flores: este es el momento donde
corto con tanta dulzura y empiezo a criticar los aspectos negativos de
Django desencadenado, para ahondar en varios de ellos. Así que están alertados,
por si no la vieron aún y pretenden hacerlo.
Lo primero es que ya se está repitiendo con el tema de la
venganza. No hay mejor género que el western para abordarlo, donde todo vale y
no hay ley que pueda hacerle frente a ninguna punta de pistola; pero
ya lo hemos visto varias veces, incluso con Kill Bill. Otro punto flojo es su banda
de sonido: siempre destaqué su buen gusto para elegirlas, pero ésta puntualmente me resultó bastante
cuestionable. Pasando al guión, tiene puntos altísimos en cuanto a los diálogos
y monólogos (todos los de Waltz o el de DiCaprio hablando de los cráneos). Con
un deslumbrante comienzo, se mueve con desenvoltura, hasta llegar al final.
Aquí la cosa empeora, volviéndose tediosa y dejándonos la sensación de que le
sobran unos cuantos minutos.
Finalmente, me quedaron ciertas aristas dramáticas
inconclusas. ¿Quién era ese personaje femenino de la banda de matones de
Candie, que cubría su rostro con un pañuelo y gustaba de ver fotografías?
¿Tendrá algún spin-off o corto propio más adelante? Por otra parte, ¿a Lara
Lee, la hermana de Candie, la mató el disparo de Django o fue succionada por
algún rayo extraterrestre proveniente de la sala de la mansión? Son dudas de un
tarantinesco fanático que se pone cada vez más detallista y empieza a notar que
su ídolo se está pasando ciertamente de rosca, quizás, por el hecho de contar
con cierta inmunidad por parte de los críticos y el gran público (a este me
refería con lo del doble filo).
Concluyendo, de la misma manera que hice énfasis en la
injusticia de haber premiado a The Hurt Locker como mejor película de 2009, por
encima de Inglourious Basterds; hoy también debo admitir, con el mismo ímpetu,
que Django sin cadenas es una muy buena obra, pero no llega al nivel de obra
maestra, ni tampoco la creo superior que Argo (la mejor cinta de 2012 que vi
hasta el momento).
-¿Entonces no vamos al cine?- ¡De ninguna manera! Que no
tenga la brillantez de su predecesora no implica que no esté más que bien.
Desde aquí les recomiendo ir al cine, para gozar de impresionantes escenas de
acción, bellísima fotografía y filmación (el plano de las flores teñidas es
para un cuadro); y el infaltable cóctel de balaceras, sangre, humor negro, enfrentamientos
verbales, físicos y con armas de fuego, además de las soberbias actuaciones.
Ficha Técnica
Reparto: Jamie Foxx – Christoph Waltz – Leonardo DiCapio.
Director: Quentin Tarantino.
Año: 2012.
Duración: 160 minutos.
Calificación El Guionista: 8.
Películas por catálogo: en cartelera.
Tráiler para Cine
me encanto lo que dices, no es la mejor pelicula de tarantino pero es muy entretenida y lo de Chistoph Waltz totalmente cierto e vista sus actuaciones en peliculas que no son de tarantino y no logra convencerme aunque lo intenta.
ResponderEliminarMuchas gracias, amigo. Creo que Christoph Waltz tiene una importante carrera en las películas de la televisión austriaca, no tanto en las de cine.
ResponderEliminarEsperamos por más comentarios tuyos en este blog. ¡Gran abrazo!
El guion de Tarantino en este filme es excepcional al igual que la banda sonora, me gusto mucho esta pelicula.
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