Queda claro desde
el vamos que no es posible conocer el contenido de una película sin verla; lo
que no está tan claro, sin embargo, es mi estado mental en este momento que
bien podría coincidir con alguna patología psicológica incurable. Sea como sea,
a lo que me refería en la introducción de este relato es que, como me había
ocurrido con Avatar, la semana pasada
salí de la sala de cine con la sensación de que la historia que cuenta Silver Linings Playbook a mí ya me la
habían contado.
Caso Avatar: al margen de todo el marketing
que rodeaba, en el momento de su estreno, a esta superproducción del director
de Titanic, con su 3D y sus
monstruitos azules que volaban y qué sé yo, la historia no pasa de ser el caso
de un personaje que, siendo parte de un bando definido en medio de un mundo
dividido por dos facciones antagónicas, es designado para infiltrarse en el
bando contrario y termina adoptando sus costumbres, enamorándose de uno de sus
integrantes y dándose cuenta de que, en realidad, él pertenece a esa facción,
por lo que se convierte y abandona a sus antiguos compañeros. Desde la
mitológica historia de Hércules en adelante, son varias las
películas/novelas/lo que sea que cuentan esta historia, pasa que el bueno de
James le agregó efectos especiales, 3D, bichos azules de tres metros que vuelan
y con eso creyó que estaba haciendo la mejor película de la historia. Merecida
derrota en la entrega de premios de la Academia.
El caso de Silver Linings Playbook es similar,
aunque la película en sí vale la pena por motivos que explicaré en el último
párrafo y a pesar de su repetido trasfondo. La historia gira en torno a Pat, un
ex profesor universitario que, luego de un grave incidente que involucra a su
esposa con un fuerte componente adúltero, es víctima de unas heredadas
tendencias paranoicas y desórdenes psicológicos que se hacen presentes en su
psiquis. Conclusión: Pat pierde su trabajo, pierde a sus amigos, pierde a su
esposa. Pierde. Pero esto es solo una gran elipsis que tuvo lugar antes de que
la película empiece ya que el film hará foco en el arduo proceso de
recuperación que nuestro héroe encarará luego de ser dado de alta del hospital
mental en el que fuera confinado luego de su crisis psicológica. Entrarán en
escena, así, sus peculiares padres, su exitoso y arrogante hermano, sus viejos
amigos que ya no pueden ostentar ese rótulo, su ex esposa y una maravillosa y
picaresca jovencita que sufre los mismos trastornos que nuestro protagonista y
que, en contra de todos los pronósticos, será pieza fundamental en el
restablecimiento de Pat.
Un personaje que se
encuentra en su peor momento, que ha perdido todo, incluso al amor de su vida,
y que buscará hacer hasta lo imposible para recuperar lo que tenía. En eso,
aparece otro personaje, mucho más parecido al protagonista que cualquier otra persona
que haya conocido y que lo ayudará a volver a ser quien alguna vez fue,
incluyendo la recuperación de su gran amor. Este proceso es tan profundo y
revelador que hace que el personaje en cuestión se dé cuenta de que esta nueva
persona que ha entrado en su vida es, de hecho, el gran amor de su vida. Ahí
está. Imposible que no hayan visto o leído esta historia pero con otros
personajes. En lo particular, a mí se me vinieron a la cabeza los casos del
personaje de Gastón Pauls en Días de Vinilo o, en una nota más bizarra, el de Jim, protagonista de la saga American Pie.
Ahora, ¿por qué
digo que igual la película vale la pena? Por sus actuaciones. En primer lugar,
sepan que hay una gran tarea del protagonista del film que, en este caso, viene
a ser Bradley Cooper, un joven actor que supo ganarse su fama a partir de su
facha y de papeles desarrollados en películas de tono pochoclero (The Hangover, Limitless), pero que últimamente ha sabido aprovechar esta llegada
a la fama para elaborar muy buenos trabajos como es el caso de su protagónico
en The Words o en nuestra recomendada
de hoy, donde logra brillar a partir de su composición de un personaje que está
bastante loco pero que a la vez es muy normal y equilibrado. Todo un desafío
que el bueno de Bradley ha sabido superar. No me extenderé demasiado sobre
Robert De Niro (The Deer Hunter, Taxi Driver) haciendo de padre obsesivo compulsivo porque sería redundar una
vez más sobre su monstruosa capacidad y vigente versatilidad. Pero sí quiero
detenerme en Jennifer Lawrence, otra de las nuevas caras de Hollywood, que ha
sabido impresionar en producciones taquilleras como X-Men: First Class o The Hunger Games (esta última, gran película), logrando también mechar este tipo de
películas con otras de menor presupuesto y de tono más independiente (Winter’s Bone, por ejemplo) en las que
ha demostrado que su inconmensurable belleza viene de la mano de una no menor
capacidad actoral.
Silver Linings Playbook no será
elegida como Mejor Película, pero el nivel de sus tres actores principales (que
sí son merecedores de la estatuilla) la convierten en una muy buena película
que es necesario ver.
Ficha Técnica
Reparto: Bradley Cooper - Jennifer Lawrence - Robert De Niro.
Director: David O. Russell.
Año: 2012.
Duración: 122 minutos.
Calificación El Guionista: 7.
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Tráiler para Cine
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