viernes, 26 de abril de 2013

Annie Hall


Existen ciertos actores o directores que, para el público en general y la crítica especializada (especialmente estadounidense) como para los distintos festivales y entregas de premios, son intocables y se ubican en un grado de divinidad máxima. Ejemplos de realizadores, podrían ser Steven Spielberg, Clint Eastwood y Woody Allen. Algo habrán hecho para ubicarse en ese lugar de privilegio y que la gran mayoría de sus trabajos sean victoreados. No obstante y a pesar de la lluvia de elogios que reciben, buena parte de su trabajo me resulta cuestionable. Hoy me focalizaré en Allan Stewart Königsberg y en Annie Hall (Dos extraños amantes); uno de sus primeros largometrajes y, probablemente, el más importante.


La historia de Alvy Singer (Woody Allen), un cómico neoyorquino, y Annie Hall (Diane Keaton), una aspirante a cantante de Wisconsin, no nos contará nada nuevo, pero sí algo que está presente en la vida de todo ser humano: el amor y los ciclos que afronta este sentimiento. Los intentos de seducir y captar la atención del otro, el primer beso, el primer encuentro íntimo, las salidas, la convivencia, las imposiciones e influencias, el desgaste, la ruptura, el reencuentro, el casamiento, los hijos, el divorcio, la amistad o el odio. Todo esto puede pasar en una pareja. ¿Qué es lo que sucede con Alvy y Annie? Deberán descubrirlo al ver la muy entretenida e ingeniosa Annie Hall.

Woody Allen tiene dos grandes rasgos distintivos. El primero, es su temor paranoico a todo lo que sea relaciones humanas, que lo convierten en un ser muy particular y, a su vez, bastante fastidioso. La segunda, es que integra ese grupo de personas que no son considerados atractivos físicamente por las tendencias de la sociedad y que, a sabiendas de tener una inteligencia cautivante que los hace distinguirse del resto naturalmente, precisa agredir y rebajar, de forma innecesaria, a las personas que sí cumplen con los regímenes de belleza impuestos, por su estupidez y su superficialidad.

En estas dos vertientes el neoyorquino basa su humor (muy negro y, por momentos, hasta decadente). El problema reside en que un chiste repetido, deja de causar gracia. Esto es lo que me sucede con Woody Allen y todas sus obras (en especial, las últimas): salvo muy gratas excepciones, como Match Point o Medianoche en París, sus trabajos se vuelven redundantes y ahondan siempre en la misma temática, y sólo son destacados por una o dos genialidades que no alcanzan a salvar la obra.

Su intelecto y capacidad de contar historias me atrae. Incluso al ver escuchar, en distintas entrevistas, cómo piensa o cómo es su forma de ser, me agrada. Pero es su nerviosismo constante, a la hora de actuar, lo que me da ganas de traspasar la pantalla y trompearlo. No obstante, debo admitir que aquí su trabajo como protagonista es muy bueno. Además, una cosa es haberlo visto actuar primero en Annie Hall y luego en otras tantas obras. Sin embargo, mi proceso fue inverso y, pese a lo irritante que me suele resultar, tengo que recalcar que aquí su papel está más que correcto.

Ahora, si hablamos de actuar, nos tenemos que referir al personaje que le da título a la obra. Diane Keaton (The Godfather) encarna a la muy pintoresca y divertida Annie Hall, creada a partir de la misma Keaton y de su relación sentimental con Woody Allen, fuera del set de filmación. ¿Cómo podría interpretarse una fantástica actriz como Diane a sí misma? De la mejor manera. Además de sus inseguridades e incertidumbres; su vestimenta, su peinado y sus anteojos, se combinan para darle forma a nuestra heroína.

En cuanto al detrás de cámara, tampoco hay fisuras, porque la dirección y el guión están en el mismo que la dramatización. Actualmente ya no es novedoso, aunque en su momento seguramente fue revelador, llamativo y muy original: romper la cuarta pared y hacer monólogos frente la pantalla, en medio de una escena; interactuar con los extras que caminan por allí o las pantallas divididas. Sin embargo, la calidad y el detallismo que tienen todos estos trucos, los hacen mantenerse vigentes y ridiculizan a los más contemporáneos (muchas veces, empleados por el mismo Allen).

Escenas a destacar hay millones: la discusión por la película empezada o la comparación de las dos terapias; todas sobresalientes. Frases y diálogos para recordar, el mismo número, repletos de ironía, pesimismo, pero también de humanidad.

Finalizando, es para recalcar el hecho de que haya obtenido el Oscar a mejor película del año (algo muy difícil para una comedia) venciendo a Star Wars, entre otras. Asimismo, Diane Keaton obtuvo su primer Oscar a mejor actriz, como Woody Allen por mejor guión original y mejor dirección (no así por mejor actor).

De sus casi 45 películas, habré visto la mitad y las divido en brillantes (las menos), del montón o correctas (la mayoría) y pésimas o bodrios (otras cuantas). Tengo el agrado de ubicar a Annie Hall en el primero de estos conjuntos, reconociéndola como uno de los grandes clásicos del séptimo arte, de la prolífera década del ’70.

No sé si Annie Hall es su mejor película, pero sí pienso que es la que mejor sintetiza lo que es Woody Allen y todo lo que este nombre significa para el cine y el arte. Siendo un seguidor extremadamente crítico, igualmente, les recomiendo esta cinta. Esto quiere decir que los fanáticos, seguramente se encontrarán con una obra maestra y sumamente placentera.

Ficha Técnica

Reparto: Woody Allen – Diane Keaton – Tony Roberts.
Director: Woody Allen.
Año: 1977.
Duración: 90 minutos.
Calificación El Guionista: 8.
Películas por catálogo: incluida.

Tráiler para Cine



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