jueves, 11 de abril de 2013

Masterplan

No sé si les habrá pasado alguna vez, pero yo ya fui testigo en varias ocasiones de ciertas películas (curiosamente todas filmadas fuera de la órbita hollywoodense) que lo dejan a uno con la sensación de haberla pasado bien mientras miraba el film pero con la certeza de que, quienquiera que sea responsable de darle forma al relato, solo tenía que esforzarse un pelín más, darle una última vuelta a la trama y listo, su obra pasaba a ser una gran película. Pero por alguna razón esto no ocurrió por lo que la historia en cuestión no logra pasar la mediocre barrera de haberse quedado en el camino entre algo realmente bueno y ser “una más”. A continuación: Masterplan, película argentina que pudo haber sido.


La película empieza bárbaro, con dos muchachos que rondan los treinta escapándose de una casa de electrodomésticos en un viejo pero cuidado Siam Di Tella celeste. Parece que uno de ellos tuvo la brillante idea de comprar ciertos artículos en el local (un televisor, un horno eléctrico y hasta una guitarra desorbitadamente cara) para luego abonar con la tarjeta de crédito de su amigo (que también viene a ser su cuñado). Durante la realización del pago, el pibe se escapa del local ante el asombro de los empleados del mismo para pasar a emprender el escape con Mariano, protagonista del film a partir de este hecho.

De entrada ya no queda demasiado claro qué buscaban estos vagos con su brillante plan. Porque si bien se quedaron con el horno eléctrico (de escaso valor), el resto es bastante confuso. Por empezar, lo que Mariano hace para que no lo obliguen a pagar por lo que se llevó es denunciar el supuesto robo de su tarjeta de crédito, pero a esto le suma también el robo del auto ya que, según él, los empleados de la casa de electrodomésticos pudieron haberle visto la patente, lo que haría que la policía, en una futura investigación, descubriera que quien usó la tarjeta de Mariano para comprar artículos que no pagó fue el propio Mariano y no el supuesto ladrón. Como consecuencia de este accionar, lo lógico luego fue deshacerse del auto (tampoco recibe un mango del seguro ya que el vehículo es demasiado viejo para esto) y así avalar su versión de que se lo robaron junto a su billetera donde tenía la dichosa tarjeta de crédito. Ergo, Mariano deja el Siam Di Tella en una especie de calle muerta/descampado al lado de las vías del tren.

El tema es, retomando mi párrafo introductorio, que después de este desencadenante (de lo más divertido y atrapante, por cierto) ya no pasa nada más. Porque lo que vemos durante los siguientes sesenta o setenta minutos de película es a Mariano preocupado por lo que hizo, temeroso de que la policía o el empleado de su banco que investiga el robo de su tarjeta sospechen que en realidad se trata de un auto-robo, nervioso ante las preguntas de su novia y sus amigos sobre lo que realmente ocurrió y poco más. No hay giros, él tampoco hace nada para arreglar su situación, su cuñado recién reaparece en escena casi al final de la película y por medio de un llamado telefónico que hace desde Miami (sin mediar explicación alguna) y prácticamente cuando el film llega a su fin Mariano decide contarle a la policía que él mismo encontró su auto robado, por lo que lo va a buscar a la comisaría donde este fue llevado para el peritaje correspondiente, se lo lleva y listo, santo remedio.

No sé, la película está muy bien filmada (con excelentes planos y una digna fotografía), las actuaciones son geniales, sobre todo la de Andrés Calabria, Alan Sabbagh y Paula Grinszpan y la idea de la historia es muy buena pero, una vez planteada, esta sucumbe tan irreparablemente en las garras de la linealidad y la monotonía, sin saltos, giros o cambios, que termina siendo una consecución de escenas graciosas (sobre todo la conversación sobre los jarrones en el restaurante chino) pero desacompasadas, que no aportan prácticamente nada a la historia salvo por su punto en común que es la preocupación y nerviosismo del protagonista, sensación que queda clara por demás y que encuentra una solución tan infantil y naif que la decepción que esto genera en el espectador logra eclipsar todo lo bueno del principio. ¿Mi conclusión? Buen intento, muchachos. Pero sigan participando.

Ficha Técnica

Reparto: Andrés Calabria - Campi - Alan Sabbagh - Paula Grinszpan.
Directores: Diego Levy - Pablo Levy.
Año: 2012.
Duración: 87 minutos.
Calificación El Guionista: 6.
Películas por catálogo: incluida.

Tráiler para Cine


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