Medianeras

Viernes, 13.30 horas. Recién llegado del cine, me encuentro esperando pacientemente por la visita de mis queridos amigos de Burger King Delivery y, mientras aguardo por la llegada de mi almuerzo, no puedo evitar la siguiente reflexión. La película que acabo de ver es Ted. Sí, la del oso que habla y, si bien la película me gustó -es muy divertida y probablemente esté en breve en este espacio-, una vez más me veo obligado a pensar que si el cine argentino tuviera una décima parte del presupuesto que maneja Hollywood, bueno, sería afano. Probablemente, con una minúscula porción del dinero que se llevaron Mark Wahlberg y Mila Kunis (que, repito, están verdaderamente bien en esta película y estoy seguro de que merecen toda la guita que cobraron) podríamos producir diez películas como Medianeras, nuestra recomendada de este viernes, que probablemente sea de lo mejor que ha producido el cine nacional en los últimos veinte años.

No sé si alguna vez les pasó que están viendo una película y, a medida que se suceden las escenas, no pueden evitar pensar cosas como “ojalá esta película no termine nunca”, “me encantaría que durara 8 horas” o “todavía no la terminé de ver y ya la quiero ver de vuelta”. Bueno, no es que a mí me pase seguido ni mucho menos, pero cuando esto ocurre, quiere decir que estoy en presencia de una de esas películas inolvidables y que, desde ahora, voy a hacer todo lo posible por que todo el mundo la vea. Bueno, esa es la función de la crítica de hoy y, en gran medida, es también la función de El Guionista.

No quiero ahondar demasiado en la trama porque creo que Medianeras merece ser descubierta minuto a minuto por cada uno en particular, pero les doy los puntos principales. La historia gira entorno a dos personajes: Martín (Javier Drolas) y Mariana (Pilar López de Ayala). Él es un diseñador web que pasa más tiempo en su departamento que yo en el mío, lo cual es mucho decir. Terminó con su novia hace poco a causa del pequeño viaje que ella hizo a Estados Unidos, una visita al país del norte que empezó con un “me voy para allá para visitar a mis viejos, en unos días estoy de vuelta, amor” y terminó con un “Martín, este es mi lugar en el mundo, me quedo a vivir”. Muy simpática la chica. La cuestión es que a la ya de por sí solitaria y depresiva vida de Martín se sumó este abandono que trajo aparejado bastante sufrimiento y la obligada convivencia con el perro de su ex, que no está en condiciones de irse a Estados Unidos porque, en palabras de ella, “le costaría mucho, no se adaptaría al idioma y eso…”.

Mariana, por su parte, tiene el mismo éxito en la vida que Martín. Es arquitecta pero su trabajo consiste solamente en diseñar la vidriera de un local de ropa. Vive sola, su mejor amigo es un maniquí y tiene un poco saludable fanatismo por los libros de ¿Dónde está Wally?. De más está decir que estos dos peculiares personajes están hechos el uno para el otro y la película se encargará de repasar toda la cadena de acontecimientos que los llevó a conocerse.

No sé, la película es de lo más simple, con ese tipo de humor inteligente, escenas muy logradas desde lo estético, grandes actuaciones de sus protagonistas, pequeñas participaciones de grandes actores (que incluyen a Carla Peterson, Rafael Ferro, Alan Pauls, Inés Efron y un breve cameo de Jorge Lanata, el mismísimo periodista de la corpo) y un final que, por lo menos en mí, provocó una buena cantidad de lágrimas.

Ficha Técnica

Reparto: Javier Drolas - Pilar López de Ayala - Inés Efron.

Director: Gustavo Taretto.

Año: 2011.

Duración: 95 minutos.

Calificación El Guionista: 10.

Películas por catálogo: incluida.

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