Dos tipos de humor: 1. El que
encuentra su origen dentro de una trama preconcebida, donde los chistes derivan
de las situaciones propuestas por la historia que se está contando 2. El que se
genera de forma individual, con chistes, bromas o gags ideados de forma
autónoma y que luego se insertan en una trama que se moldea en base a esos
chascarrillos. Una vez más y como ocurre en todas mis clasificaciones, ambas
variantes son perfectamente válidas y muy buenas comedias pueden derivar de
estas dos formas de hacer humor, como también puede ocurrir que exista una gran
cantidad de bodrios sin importar la categoría a la que pertenezcan. Ahora bien,
yendo a la película que hoy nos convoca, creo que casi no hace falta decir que El Dictador es un fiel exponente del ítem
número dos de mi categorización y que -aunque yo no lo esperaba- es una gran
propuesta para los amantes del cine risueño.
Sobre la trama no hay mucho
que decir porque, como explicaba en mi introducción, la película (o, mejor
dicho, la historia que cuenta) es casi una excusa para mostrarnos en todo su
esplendor al gran personaje que interpreta Sacha Baron Cohen (Hugo, Borat, entre otras), un dictador autoritario de un país de medio
oriente llamado Wadiya y que recibe el simpático nombre de Aladeen. La cosa es
que Aladeen debe dar un discurso ante las Naciones Unidas para tratar el tema
del régimen autoritario que impera en su país pero este será saboteado por
Tamir (Ben Kingsley), mano derecha de Aladeen y principal promotor de la
democracia en Wadiya, sistema que le permitirá vender al exterior todo el
petróleo del país y así enriquecerse en desmedro de toda su población. Para
esto, Tamir ordena el secuestro de Aladeen, que es torturado y despojado de su
abundante y característica barba hasta quedar irreconocible. Haciéndose con un
doble del dictador de Wadiya para que dé el discurso ante la ONU en lugar de
Aladeen, Tamir parece haber puesto en marcha un plan perfecto. Quedará ahora en
manos del antiguo dictador recuperar su trono, cosa que intentará hacer de la
mano de la única persona en Estados Unidos que le brinda su ayuda, una joven activista
revolucionaria llamada Zoey (Anna Faris).
Como ya dije, lo que yo más
destaco de la película son dos cosas. Primero, las enormes dosis de humor que
propone la película (recomiendo que le den play al tráiler que está al final de
esta entrada, si todavía no lo vieron) que, casi en su totalidad, giran en
torno al personaje de Sacha Baron Cohen, un loco lindo como los que hoy no
abundan demasiado. Y, en segundo lugar, quiero tomarme el atrevimiento de
pedirles que le presten mucha atención al discurso de Aladeen al final de
película, en el que usa el código humorístico para decir una larga lista de
verdades sobre el sistema estadounidense que, desde hace una buena cantidad de
años, no funciona de la mejor manera.
Cataratas de risas, humor
negro por montones, grandes actuaciones al servicio de la comedia y una profunda
crítica al sistema capitalista terminan de darle forma a una muy buena
propuesta de un género que muchas veces es minimizado y que, una vez más, da
muestras claras de que es capaz de mucho más.
Ficha Técnica
Reparto: Sacha Baron Cohen - Anna Faris - Ben Kingsley.
Director: Larry Charles.
Duración: 83 minutos.
Año: 2012.
Calificación El Guionista: 7.
Películas por catálogo: incluida.
Tráiler para Cine
Tráiler para Cine
A mí esta película me decepcionó por completo. Después de Borat y Bruno, películas, sobre todo la primera, que buscan un humor que hace sentir incómodo al espectador a la vez que hacen una crítica social, esta es una comedia demasiado simplona.
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