Esta historia
(escrita y dirigida por Ana Piterbarg, una debutante en este rubro) es bastante
compleja de por sí y gira alrededor de las vidas de dos hermanos gemelos, ambos
interpretados por el mencionado Guido Mortensen. Como no podía ser de otra manera,
estos dos muchachos que son idénticos físicamente son completamente opuestos en
lo que se refiere a carácter y a la vida que han llevado.
Agustín es el
hermano “bueno”. Ha dejado el inhóspito pueblo natal de su familia para
trasladarse a Buenos Aires, donde ejerce su profesión como médico y vive con su
mujer Claudia (Soledad Villamil) con la que está planeando adoptar un bebé.
Pedro, por su parte, viene a ser la oveja negra de la familia. Nunca tuvo muy
claro qué hacer con su vida, tampoco se preocupó por buscarse un destino
distinto que el que su pueblo le ofrecía por lo que ahora divide su tiempo
entre dos trabajos. El primero es el más honesto y, por consiguiente, el más
aburrido de los dos: la apicultura (o sea criar abejas para obtener miel), mientras
que el segundo consiste en la asociación que Pedro tiene con Adrían (Daniel Fanego), un crápula que se dedica a secuestrar personas y vivir de los rescates
que sus familiares le pagan. Cubiertos por el manto de anonimato e impunidad
que su desolado pueblo les ofrece, Pedro y Adrián son verdaderos maestros del
delito.
Pero claro,
las cosas se van a complicar para estos hermanos que hace años que no tienen
una relación cercana. Agustín decide que su vida lo aburre, no le encuentra
sentido a lo que hace y, para colmo, tiene una fuerte pelea con su mujer cuando
le comunica que se arrepintió de adoptar a su primer hijo juntos. Es en este
contexto en el que Agustín recibe la sorpresiva visita de Pedro, quien viajó a
Buenos Aires para pedirle a su hermano un favor imposible. A causa de su
profunda adicción al tabaco, Pedro ha sido diagnosticado con cáncer de pulmón,
por lo que tiene los días contados. Ahora, su idea es que Agustín lo mate para
ahorrarle el sufrimiento y también para que este se haga con el dinero por el
último “trabajo” de Pedro, ya que Agustín es la única familia que le queda.
Por su puesto
que la valía moral de Agustín se hace presente en un primer momento, lo que lo
hace rechazar la propuesta de su hermano. Sin embargo, la encrucijada por la
que él se encuentra transitando, con los problemas que su propia vida le
suponen, hará que Agustín tome ciertas decisiones irreversibles, que él nunca
se habría creído capaz de tomar. No solo accederá al pedido de su hermano, sino
que además se irá dando cuenta de que, al final de cuentas, las diferencias
entre ambos no eran tan profundas como él creía.
La verdad es
que la historia en general no me terminó de convencer del todo, aunque no puedo
decir que no me gustó. Sí aclaro que las actuaciones son muy buenas, con un
Viggo Mortensen que parece que vivió toda su vida en Argentina, un Daniel
Fanego que se muestra con la excelencia que tuvo en Luna de Avellaneda o ¡Atraco!,
otra gran producción de Soledad Villamil y una soberbia participación de Sofía Gala que nos hace preguntarnos, una vez más, si realmente será hija de Moria
Casán. También es digno de destacar el trasfondo de la película en general, que
de gran forma trata temas realmente complejos, como la oposición entre el bien
y el mal, la imposibilidad que las personas tienen de cambiar su esencia, el
destino de cada individuo y la regla general que dice que, aunque muchos se
encarguen de negarlo, al fin y al cabo todos tenemos un plan.
Ficha Técnica
Reparto: Viggo Mortensen - Soledad Villamil - Daniel Fanego - Sofía Gala.
Director: Ana Piterbarg.
Año: 2012.
Duración: 118 minutos.
Calificación El Guionista: 7.
Películas por catálogo: en cualquier momento.
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