lunes, 6 de mayo de 2013

Trance

“Sheldon, si tú fueras un robot y yo lo supiera y tú no, ¿quisieras que te lo diga?”. Está claro que podría haber usado alguna otra frase de alguna otra película (Eterno Resplandor de una Mente sin Recuerdos por ejemplo) pero creo que esta cita, correspondiente al querido Howard de The Big Bang Theory, resume un poco la idea que quiero transmitir. Idea que se resume en la posibilidad de elegir de manera pensada y racional si uno quiere saber ciertas cosas o, en caso de ya haber ocurrido, si quiere recordarlas o si opta, luego de una buena reflexión al respecto, por eliminar de su memoria tal o cual recuerdo. De eso se trata Trance, la nueva película de Danny Boyle (Slumdog Millonaire, Trainspotting) sobre la que paso a disertar a continuación.


Simon Newton (James McAvoy) es un culto y responsable empleado de una prestigiosa galería de arte. Además de exhibir y presentar al público diversas obras de arte (pinturas en su mayoría), la galería donde Simon trabaja también se dedica a organizar subastas donde se venden originales que pueden alcanzar valores que llegan a superar los ocho dígitos sin despeinarse.  Un trabajo de lo más interesante.

Sin embargo, Simon tiene un problema. Parece que su abundante sueldo como subastador de millonarias obras de arte más las comisiones que también percibe por ellas no alcanzan para cubrir sus elevadas deudas lúdicas. Básicamente esto consiste en que nuestro protagonista no puede evitar ir periódicamente a una clandestina mesa de póker y jugarse hasta lo que no tiene.

Es justamente este motivo por el que Simon recurre al vago que, de vez en cuando, le vende alguna que otra sustancia alucinógena. Así, por medio de este individuo de actitud gañanesca es que el señor Newton entra en contacto con Franck (Vincent Cassel), otro muchacho de actividades sospechosas, cuya propuesta consiste básicamente en organizar el robo de alguna de las obras que Simon subasta en su galería. La elegida es una joya del arte europeo que ronda los 25 millones de dólares, precio que se puede considerar estándar para la magnitud de su autor, nada menos que Goya.

No pasan ni quince minutos de película cuando el robo se consuma siguiendo al pie de la letra el plan elaborado por Franck. Aunque con un pequeño detalle. En el momento en que Simon debe entregarle la pintura a Franck, dos guardias de seguridad aparecen en escena por lo que los dos ladrones deben montar un pequeño acto para que nadie sospeche que, en realidad, están trabajando juntos. Obviamente, la situación se les va de las manos y Simon termina con un fuerte traumatismo en la cabeza que le afecta la memoria. ¿El resultado? Simon que, antes de entregarle a Franck el estuche con la pintura, se había encargado de llevarse consigo el lienzo original (cosa por la que no podemos culparlo ya que la actitud y apariencia de Franck no transmiten demasiada confianza que digamos y la posibilidad de que él termine engañando a Simon es alta) ahora, a causa de este golpe, sufre la pérdida de parte de su memoria, por lo que no consigue recordar dónde escondió la pintura luego de robarla.

Planteado este interesantísimo desencadenante, lo que sigue es una frenética búsqueda en los rincones y profundidades de la mente de Simon para tratar de dar con la ubicación de la dichosa pintura. Trabajo que Franck y Simon no encararán solos ya que contarán con la ayuda de la inteligente y sensual Elizabeth (Rosario Dawson), una psicóloga que utiliza el método de la hipnosis en sus pacientes y que, aunque no lo parezca a primera vista, está mucho más involucrada con Franck y Simon de lo que ellos creen. O recuerdan.

Ficha Técnica 

Reparto: James McAvoy - Vincent Cassel - Rosario Dawson.
Director: Danny Boyle.
Duración: 101 minutos.
Año: 2013.
Calificación El Guionista: 8. 
Películas por catálogo: incluida

Tráiler para Cine



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