La verdad que tenía mucha expectativa y ansiedad por ver esta película; y las razones son bastante lógicas. El primer motivo es toda la campaña publicitaria que venían realizando desde mediados del año pasado, donde uno podía ver escenas cautivantes que generaban cierto cosquilleo. Esa sensación, también era provocada por ser una película argentina, cuyo personaje principal es el gran libertador, José de San Martín, “el padre de la patria”. Con San Martín me une algo en particular porque de 7 años de primaria, en 3 me tocó interpretarlo con gran honor y orgullo (no se imaginan lo bien que actúo, podría deslumbrarlos). Además de estas razones, si sumo que el actor que encarna a “el santo de la espada” es el genial Rodrigo de la Serna, no se necesitaba más para convencerme. Así que fuimos a verla al cine con mi querido amigo Facu Franco.
Revolución: El cruce de los Andes comienza en 1880, donde un personaje ficticio veterano de guerra, Manuel Esteban de Corvalán, recordará aquellos tiempos y se convertirá en nuestro narrador. Corvalán (Juan Ciancio), con 15 años, es designado como uno de los secretarios principales de José de San Martín (Rodrigo de la Serna) dado a que sabe leer y escribir. Al dejar a su acomoda familia para unirse a la causa de la libertad, vivirá y conocerá muy de cerca al “Libertador”; un hombre con presencia intimidante, de mucho carácter (por no decir bastante cabrón), un líder con fuertes convicciones pero que también es muy desconfiado y se equivoca como cualquier ser humano. La película abarca el lapso desde el cruce de los Andes hasta la Batalla de Chacabuco.
Tengo sensaciones encontradas con esta película. La primera mitad me resulta bastante densa y aburrida. Demasiadas palabras y planificaciones hacen que la obra se torne pesada y carezca de ritmo. La segunda parte empieza a captar más la atención durante el cruce de la cordillera, donde “el gran general” sospecha de todos los que lo acompañan en la travesía por los riesgosos caminos que deciden tomar y donde el peligro los estará amenazando en todo momento, esperando el mínimo error del pequeño grupo de granaderos. De allí en adelante la película comienza a crecer, de manera paulatina, hasta el final. La cinta no es un desastre, pero tampoco es buena. Esperaba más y me fui decepcionado; discúlpeme Victor Hugo Morales, pero no me fui emocionado como usted.
En cuanto a lo negativo, creo que falló enormemente el guión, haciendo ahínco y alargando escenas de escasa importancia (fundamentalmente en la primera mitad) y abreviando las partes más interesantes donde la tensión comienza a crecer y uno se empieza a compenetrar con la película. Personalmente, esperaba ver más escenas de guerra, por más que sólo se basara en la Batalla de Chacabuco; hubiera cambiado un poco de dramatismo por algo más de acción. En cuanto al elenco, la figura de De la Serna tiene brillo propio, pero se debería haber incluido uno o dos actores más de renombre y calidad para fomentar la labor del protagonista y no dejarlo tan solo.
Si hablamos de lo positivo, lo primero que rescato es la reconstrucción de la historia: San Martín no es un superhéroe inmutable que bajó del cielo, es un hombre de carne y hueso que se enoja, insulta, sufre, se ríe, festeja, toma vino… como cualquier otra persona; la diferencia radica en que él tiene una misión y todo quedará en segundo plano, incluso las relaciones personales, hasta que pueda cumplirla. La actuación de Rodrigo de la Serna es muy destacable (fue un gran acierto que hablara español de España), logrando interpretar a San Martín en todas sus facetas y estados que realmente cambian constantemente (aunque hay una escena que me resulta algo exagerada). Otra cosa positiva (y de eso nos tenemos que sentir orgullosos) es la fotografía de la película, tomada de los paisajes de la Provincia de San Juan (en su mayoría) y de Mendoza, que es realmente hermosa. También me parece otro acierto darle crédito de la campaña a los indígenas y los afroamericanos, poco reconocidos en nuestra historia argentina.
La verdad es que me quedé con ganas de ver más: ver más batallas, ver a San Martín en acción, ver un diálogo intenso entre “el padre de la patria” y O’Higgins o Soler; entre otras cosas. Ser nacionalista no implica mentir acerca de lo nuestro y decir que todo es genial; como lo hacen algunos periodistas y críticos que, al escucharlos o leerlos, parecen creer que esta cinta es la mejor de la historia del cine. No es así. Este proyecto fue arriesgado y lo aplaudo como también lo hago con su producción; pero no creo que lo presentado sea suficiente.
No servirá de nada esta obra si se queda estancada aquí y no se crea una saga de Revolución, donde el primer capítulo sea El cruce de los Andes y los siguientes puedan ser o incluir la liberación de Perú o el encuentro San Martín – Bolívar. Me encantaría que, en el caso de haber otras entregas sobre la liberación efectuada por San Martín, se agregaran más escenas bélicas y actores de mayor nivel. Si no se decide continuar la historia de esta película, creo que pasará al olvido y será reproducida sólo en los colegios secundarios (no me pareció que sea para menores de 12) y alguna vez en Canal 7 o en canal Encuentro. Espero que los creadores y todos los que hayan participado coincidan conmigo.
Ficha Técnica
Reparto: Rodrigo de la Serna - Juan Ciancio - Víctor Hugo Carrizo.
Director: Leandro Ipiña.
Año: 2011.
Duración: 95 minutos.
Calificación El Guionista: 5.
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Tráiler para Cine
Me pasa algo similar a lo que escribís. No quiero juzgarla porque aún no la vi. Pero siento que una gran historia como ésta debería ser mostrada con mayor esplendor. El cine nacional no cuenta en su haber con producciones de este calibre y hubiese sido un gran puntapié apuntar a otra visión más atractiva para el gran público. Yo quisiera que el centro de la película hubiese sido la batalla mostrada con la dureza que una guerra genera. No se trata de sensacionalismo ni de sangre regada sin sentido, simplemente centrar el foco en la acción más cruda y no tanto en la introspección de San Martín.
ResponderEliminarCreí que un director tan jóven tendría una visión más cercana a contar una gran historia nacional de la manera que Estados Unidos nos presenta a sus propios héroes.
Lo peor de todo es que algunos la comparan con El patriota, de Mel Gibson, diciendo que es una película "muy yankee"; y no tienen nada que ver.
ResponderEliminarEn El patriota hay un elenco importante y hay varias escenas de guerra y acción (entre varias diferencias más).
Revolución no es una mala película, lo malo es utilizar la historia de San martín con fines políticos. No molesta que Corvalán sea un niño de 15 y no un veterano de 30, molesta que mostrara al ejército de los Andes como revolucionario en su estructura cuando lo revolucionario es que no lo era.
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