Cuando faltan apenas unos
pocos meses para que nuestro querido Guionista cumpla dos años de vida (aclaramos
que estamos preparando un festejo sin precedentes, con grandes premios, fuegos
artificiales e invitados especiales como el Pirata Barba Negra y la línea de
golpeo de los Flashers de Philadelphia), me pareció pertinente recordar uno de
nuestros principales propósitos que consiste en tratar de difundir ciertas
películas sin tanto renombre, poco conocidas por el gran público y que valen la
pena tanto o más que las grandes superproducciones hollywoodenses que nos
anuncian y publicitan con un año de anticipación a su estreno. Pidiéndoles que
se sumen a esta iniciativa y ustedes también nos recomienden sus películas “desconocidas”
favoritas, paso a profundizar un poco sobre One
Hour Photo, una muy buena propuesta para los amantes del cine de suspenso.
Recurriendo a mis dotes de
excelso periodista de análisis (?), voy a recurrir al viejo esquema de la
pirámide invertida y empezar por lo más importante de esta película: Robin Williams. Lo primero que hay que destacar de este inmenso actor es la
versatilidad, rasgo que -creo yo- es lo que separa a un gran actor de un
verdadero artista de la pantalla. Profesor ejemplar en La Sociedad de los Poetas Muertos, científico medio loco en Flubber o sicópata inadaptado en nuestra
recomendada de hoy, el bueno de Robin logra demostrar sus cualidades en papeles
de lo más variados y desafiantes ya que, sin ir más lejos, One Hour Photo casi que no necesita ningún personaje que acompañe a
su protagonista, Seymour “Sy” Parrish.
Como el título de la película
lo indica, Sy trabaja en una de esos locales de fotografía que revelan un rollo
de fotos (en una época en la que las cámaras digitales todavía no eran furor)
en un período que ronda los sesenta minutos. Pero no se crean que este peculiar
personaje es un experto en fotografía o un artista de las instantáneas. Para
nada. El negocio en el que Sy trabaja es apenas uno de los componentes del
monstruoso supermercado Sav-Mart, una especie de Wal-Mart pero con otro nombre
que, además de artículos de almacén, ofrece dentro de sus instalaciones un
sector para comer comida poco elaborada, un espacio de esparcimiento para que
los chicos no se aburran y un pequeño mostrador donde uno deja su rollito de
fotos para, luego de hacer las compras, llevarse en papel las capturas de las
últimas vacaciones familiares, del cumpleaños de la tía Marta o de la cena de
Navidad en lo de la abuela Chola.
Pero, trivialidades al margen,
en el negocito de fotos que muchos ni siquiera advierten cuando van al
supermercado habita un complejo personaje, un hombre de mediana edad, de pelo
perturbadoramente amarillo y anteojos gruesos que solo se dedica a soñar. A
soñar despierto. Sueña con formar parte de esas vacaciones familiares, sueña
con ser invitado al cumpleaños de la tía Marta y sueña con ser uno de los que
levantan su copa en el brindis de medianoche en la cena de Navidad en lo de la
abuela Chola. En pocas palabras, Sy no puede entender cómo es que hay tantas
personas felices mientras él, un hombre bueno y trabajador, no recibió ni una
ínfima parte de esa felicidad que él se encarga de plasmar en papel fotográfico
día a día.
Está claro que la trama de
esta película se desatará cuando Sy se canse definitivamente de esta situación
y empiece a actuar para formar parte de esos momentos que, hasta ahora, solo
puede ver en celuloide. En lo que empieza como una suerte de favoritismo hacia
uno de sus clientes habituales, Sy terminará por obsesionarse con una familia
en particular que, según lo que muestran las fotos que mandan a revelar semana
a semana, tiene todo lo que nuestro héroe siempre quiso. Es entonces cuando se
hace presente ese componente sicótico al que me refería anteriormente y el favoritismo
y la obsesión se convierten en tragedia.
Ficha Técnica
Reparto: Robin Williams - Connie Nielsen - Michael Vartan - Dylan Smith.
Director: Mark Romanek.
Año: 2002.
Duración: 96 minutos.
Calificación El Guionista: 7.
Películas por catálogo: incluida.
Tráiler para Cine
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