lunes, 2 de mayo de 2011

Once

Personalmente, me resulta bastante compleja la tarea de catalogar o clasificar las películas, labor que incluso en varias oportunidades me ha encontrado como protagonista de acaloradas discusiones. En primer lugar, hay cierto tipo de géneros que me resultan redundantes, ya que por ejemplo no encuentro diferencia alguna entre una película de suspenso y un thriller. En segundo lugar (y es en este punto en que la mayor complicación se presenta), creo que son contadas con los dedos de una mano las películas que entran dentro de un solo género o criterio de clasificación y esto se produce por dos motivos: o la película es demasiado brillante o es una boludez de proporciones bíblicas. Debido a estos motivos, últimamente me limito a criterios un poco más abarcativos, por lo que para mí una película puede ser simple o compleja, buena, mala o regular y hasta ahí llego (si es drama, comedia, terror o ciencia ficción pasa a ser secundario).


A partir de estas premisas, las películas como Once pasaron a ser mis predilectas. Esto ocurre porque este tipo de films se caracterizan por ser simples y buenos a la vez, lo que teniendo en cuenta el cine de nuestros días, es mucho decir. De todas formas, no quiero decir con esto que las películas complejas sean malas, no, de hecho hay muchos ejemplos de historias complicadas pero dignas de ser vistas, como ocurre con Inception o Babel, ambas muy recomendables. Pero bueno, yo creo que una película buena y simple es mucho más valiosa.

Once es una película tan carente de situaciones intrincadas e innecesariamente complicadas (que hoy en día parecieran ser indispensables para algunos directores) que ni siquiera llegamos a conocer el nombre de los protagonistas de la historia. De la manera más natural del mundo vemos a un artista callejero (Glen Hansard), un tipo de mediana edad que toca la guitarra en medio de una típica calle británica. En medio de una de sus canciones, una joven extranjera (Markéta Irglová) se le acerca y le pregunta por su música. Casi sin darse cuenta, estos dos desconocidos se encuentran hablando de música, de sus familias, de la actual situación económica y de la vida en general. Así nos enteramos de que nuestro amigo guitarrista también es un compositor y que de noche interpreta algunas de sus creaciones, reservando las canciones más populares y de otros artistas para las horas diurnas, que además de su bohemia vida artística también se dedica a arreglar aspiradoras con su padre y que se encuentra separado de su gran amor, a quien dejó en Londres después de una pelea.

Gracias a la descompuesta aspiradora de la joven extranjera y, en gran parte, por su compartido amor por la música, estos dos personajes seguirán compartiendo ocasionales encuentros, a tal punto de empezar a componer canciones juntos e incluso a grabar su primer disco. Personalmente, me pareció increíble la escena inicial de la película y también la parte en que los protagonistas del film cantan juntos en una pequeña tienda de música, así que préstenle especial atención a ambas.

Sinceramente les recomiendo que vean esta película ya que, a falta de los típicos calificativos que incluyo en el final de mis críticas, solo les voy a decir que después de verla, nos deja con la típica sensación de “uh, ojalá me pasara esto a mí”, algo que, en mi caso, sería perfectamente posible el día que aprenda a tocar la guitarra y pueda comprar el talento para hacerlo en algún supermercadito chino.

Ficha Técnica

Reparto: Glen Hansard - Markéta Irglová - Hugh Walsh.
Director: John Carney.
Año: 2006.
Duración: 85 minutos.
Calificación El Guionista: 8.
Películas por catálogo: incluida.

Tráiler para Cine

2 comentarios:

  1. Definitivamente saber tocar la guitarra siempre garpa. Lamentablemente mi incursión con la música quedó frustrada en la primaria cuando me quitaron el triángulo y me dieron los toc-toc.

    Pero hablemos de la peli... Me fascinó la sencillez de la estética y de la iluminación cercana a la que podemos encontrar en nuestra casa, en nuestra calle, alejada de cualquier artificialidad pretenciosa. Me gustan las historias simples y directas; esas que podrían sucederle a cualquiera, incluso a uno mismo.

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  2. No podríamos estar más de acuerdo ;) Abrazo Marxe y gracias como siempre.

    PD: mi experiencia musical es más reducida que la tuya :P

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