jueves, 29 de noviembre de 2012

Adventureland

Hace un largo tiempo ya, recuerdo las palabras de mi socio Daniel Castaño cuando expresaba su cariño y gusto por las películas catalogadas por él mismo como “dramas de pueblo chico”, un género que no existe como tal (quiero decir que no está entre los géneros clásicos en los que uno suele pensar a la hora de clasificar una película), pero que fue magistralmente definido por el co-autor de este espacio ya que al pensar en “dramas de pueblo chico”, uno sabe perfectamente de qué estamos hablando. Esa definición fue parte de su crítica sobre You can count on me, un gran exponente de este estilo de cine, que guarda relación con otros varios ejemplos similares que, entre otras características, comparten una cosa: todas son grandes películas.

Y no es casualidad. Por empezar, este tipo de films no cuenta con grandes locaciones o, mejor dicho, no cuenta con muchas variantes a la hora de elegir lugares para que transcurra la acción al margen de ese pueblito en particular. Tampoco hay muchos personajes. Un protagonista, uno o dos laderos o amigos del protagonista, algún personaje femenino potente (si no es que el protagonista pertenece a este género) y otro que se anteponga al encargado de llevar adelante la trama. No mucho más. Ah y, por lo general, un muy buen director que sepa hacer lo más importante en estos casos.

Aprovechar los recursos, por escasos que sean. Esa es la clave para este tipo de películas. Si no hay doscientos escenarios para darle diversidad a la cosa, démosle identidad propia a este pueblito que nos tocó. Si no hay setecientos extras y personajes secundarios para sostener la trama en algún momento en especial, profundicemos en la complejidad de los tres o cuatro con los que contamos. Si no hay presupuesto para grandes escenas de acción o con grandes efectos especiales, generemos el mismo nivel de dramatismo a través de los diálogos o de la evolución del personaje. Ese es el arduo proceso al que estas películas se someten.

¿El resultado? You can count on me, The Magic of Belle Isle, In the Land of Women o nuestra recomendada del día: Adventureland. Películas largamente superiores a muchas otras que las triplican en presupuesto.

En este caso, nos encontramos con la historia de James Brennan, un joven oriundo de Pittsburgh que, habiendo finalizado sus estudios secundarios, tiene perfectamente claro lo que el futuro -y este verano que acaba de comenzar en particular- le depara. Aceptado en una de las más prestigiosas universidades de Nueva York, James está a punto de partir a Europa para dar comienzo al viaje que, junto a su mejor amigo, viene planeando desde hace rato. Sus padres ya le prometieron el dinero para cumplir este sueño y cuenta con la tranquilidad de que, al volver, lo espera su cuarto en el campus de la NYU.

Pero lo inevitable sucede. Si no, la cosa no tiene gracia. Después de la ceremonia de graduación en su colegio, James se encuentra compartiendo una cena de festejo con sus padres cuando estos, de la forma más diplomática posible, le informan sobre la precaria situación económica que está atravesando la familia. Ahora, no solo no podrán darle el dinero para viajar a Europa (que le habían prometido si lograba las calificaciones necesarias para entrar a la universidad), sino que tampoco podrán afrontar los gastos que este establecimiento educativo supone. Es por esta razón que James no tiene ni tiempo de lamentarse por no poder irse de viaje ya que, de la noche a la mañana, su principal objetivo pasa a ser encontrar cualquier trabajo para desarrollar durante el verano y así poder empezar a pagar los gastos de la universidad que no son precisamente una ganga.

¿Cuál será la respuesta a sus problemas? Adventureland. Además de darle título a la película, este vocablo hace referencia al pequeño parque de diversiones que, todos los veranos, abre sus puertas para que niños y adultos de todo el pueblo de Pittsburgh puedan divertirse a pesar del hecho de no haberse podido ir al Caribe o a algún otro lugar por el estilo. Queda clarísimo que, contra su voluntad, James pasa a ser uno de los tantos adolescentes que van a pedir trabajo cada verano en esta especie de feria de pueblo para poder comprarse vaya a saber qué con un dinero que sus padres no pueden darles. Así que, en cuestión de horas, este simpático personaje se encuentra con que cambió sacarse fotos en la Torre Eiffel o deambular por los pasillos del coliseo romano por limpiar el vómito de los nenes que no pudieron resistir el viaje en la montaña rusa o sacarle brillo a las paredes de La Casa de los Espejos.

Lo último que me queda por agregar es que esta película es una nueva muestra de la gran capacidad actoral de uno de mis actores jóvenes preferidos como es Jesse Eisenberg (The Social Network, Zombieland, To Rome with Love), llevando adelante el rol protagónico del film. Tampoco se quedan atrás Kristen Stewart (The Yellow Handkerchief, Into the Wild, In the Land of Women), capaz de intercalar sus participaciones en la ultrapochoclera saga Crepúsculo con enormes actuaciones en grandes películas como las mencionadas entre paréntesis y Ryan Reynolds (Definitely Maybe, Linterna Verde, Enterrado) que, por lo menos a mí, me sorprendió bastante y para bien en esta película.

Un gran drama/comedia de pueblo que, gracias a una excelente historia, grandes actuaciones, una magnífica dirección y una inolvidable banda sonora de fondo (particularmente con este tema de Lou Reed), vuelve a dejar claro que aún las peores decepciones que nos da la vida pueden ser el inicio de algo mucho mejor de lo que inicialmente perdimos.

Ficha Técnica

Reparto: Jesse Eisenberg - Kristen Stewart - Ryan Reynolds.
Director: Greg Mottola.
Año: 2009.
Duración: 107 minutos.
Calificación El Guionista: 8.
Películas por catálogo: incluida.

Tráiler para Cine


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